Terror y terrorista no son siempre correlativos. En general, cuando el terror se ejerce por quien ostenta el poder, algo muy habitual en la evolución de nuestro mundo, se denomina mantener la ley y el orden. Cuando grupos minoritarios, con o sin razón, ejercen el terror, son terroristas sin paliativos. Desde nuestra perspectiva la condena a estos deshumanizados y bárbaros actos es unánime, contundente, pero también fácil, porque salirse de la foto es difícil de justificar. Pero no es cuestión de ir contracorriente, ni de negar la evidencia, porque cualquiera de nosotros o de los nuestros somos un objetivo fácil para quienes, no entendemos bien porque, la inmolación no tiene ningún valor en beneficio propio. Aprovechando la confusión, voces mediáticas autorizadas no han tenido recato en insinuar que Bélgica tuvo una fría respuesta cuando el terrorismo golpeó al Estado español y a continuación intentan quitar hierro a la tácita denuncia, ofreciendo la disposición de España a la colaboración, dada su experiencia en el tema. Es evidente que habrá que valorar qué medidas puedan eliminar o mitigar el origen de esa sin razón, porque reducirlo a guerras entre cristianos y musulmanes o de buenos y malos es ya de sobra conocido y poco resolutivo. De paso y escarmentando en cabeza ajena, sería aconsejable poner los medios para no dar pie a que se puedan reavivar conflictos propios que hace tiempo debieran haber concluido y que por un malentendido orgullo siguen en rescoldos que nunca se sabe si podrán rebrotar.