Nos encontramos en un tiempo lleno de zozobras. Será Sánchez, será Rajoy. El dado de la suerte está por caer y una tercera posibilidad será la de convocar elecciones generales. Llevamos una temporadita esperando que los políticos de turno se pongan de acuerdo. Postureos, narcisismos y un sinfín de charletas que se quedan en agua de borrajas. De aquí a diez o veinte años harán risas de las componendas que se traen entre manos. Me quiere o no me quiere. Hete aquí la situación: todos y todas quieren gobernar este país, que está en los límites de la bancarrota, que está necesitando oxígeno y sobre todo necesita un acuerdo que facilite la gobernación. Qué tendrá el gobierno de España para ser deseado por tiros y troyanos, cuando de verdad no se encuentra en situación boyante sino más bien anda a bandazos. Además, sea quien sea quien gobierne deberá contar con el beneplácito de Europa y en definitiva deberá seguir los dictados que le marque la Comisión Europea. Si esto es así, a qué revolver tanto el puchero, a qué dar tantas vueltas, a qué esperar tanto tiempo entre despacho y despacho, entre titular y titular. Si de verdad va a ser Europa y su Comisión quien marque las líneas rojas, será lo mismo quien ostente la presidencia del gobierno de España. Aquí en Euskadi estamos a la espera de nuestras elecciones autonómicas y que de verdad sean fiel reflejo de la sociedad vasca, de manera que entre todos podamos alcanzar las mayores cotas de autogobierno y nuestro derecho a decidir. Cuando de verdad salgamos de este impasse económico en el que nos encontramos podamos respirar tranquilos y desear que desde Euskadi el bienestar y la Investigación, desarrollo e innovación sean una realidad y no una utopía inalcanzable.