Principios ‘fifty-fifty’
LA frase de los principios de Groucho Marx está tan manoseada que a estas alturas casi podríamos prescindir de ella. De hecho, hasta en los que presumen de sus férreos principios, no hay nada que no resulte del todo empeorable. Los últimos ejemplos los ha servido la CUP, con un cómico resultado en votación dominical que, si no llega a tener factura catalana, podría atribuirse a los Monty Python. Allí se demostró que la mitad de su militancia anticapitalista quiere investir presidente al que suponen el máximo exponente del colonialismo económico en su país. Un 50% del contrapoder en Catalunya ha dicho sí a Mas y, junto al otro fifty, constituye un conglomerado de anarquistas que se aglutinan perfectamente en un partido político, ocupan las instituciones y votan con el orden de un convento. Al sur, los cuatro grupos parlamentarios de Podemos recibirán la mayor cuantía en subvenciones del Congreso, además del sueldo de sus diputados, y será la formación más mediopensionista de toda España. Una buena vía de ingresos y mejor modo de empotrarse en el sistema-casta contra cuyos principios maldecían. La derecha, sin embargo, es siempre fiel a los suyos. Lo de Rajoy de no leer la prensa y no enterarse de nada implica no moverse, así que retorna el tancredismo y el problema de la gobernabilidad acabará solucionándose solo mientras sus opuestos políticos se reparten al 50% el grouchismo y el marxismo.
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