Marcelo Bielsa calificó a los jugadores del Athletic, en una suerte de reprimenda por los fiascos en las finales de 2012, de “millonarios prematuros”. No seré yo quien critique tal apelativo dirigidos a los futbolistas del equipo bilbaino, pero diré en su defensa que, si los comparamos con muchos de sus colegas, los rojiblancos son millonarios prematuros con bastante cabeza. Hay jugadores que parecen anclados en una eterna adolescencia, por mucho que se acerquen ya, o superen, la treintena. Son unos auténticos niñatos: maleducados, incívicos y carentes de los modales más básicos para moverse en sociedad. Uno conduce sin carné porque tiene dinero para pagarse las multas; otro golpea a ciudadanos de a pie en una juerga nocturna; varios se escaquean de sus obligaciones con Hacienda; muchos besan escudos cuando todos sabemos que es simple postureo; los hay que rebuznan al recibir premios, y otros que se mofan de sus compañeros más modestos, disfrazándose de payasos y asaltando una sala de prensa... Desde luego, si estos deportistas son el ejemplo para la juventud, el modelo a imitar, estamos buenos. A la vista está que los estamentos deportivos y los propios clubes están dispuestos a reírles las gracias o, al menos, no ponen medida alguna para controlar sus desmanes, no vaya a ser que les dejen por algún otro postor. Si algún día estos futbolistas fueron deportistas, eso pasó a la historia. Son millonarios prematuros, sí, y les falta un hervor.
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