EL derrumbe del PP en las elecciones catalanas, en las que ha perdido un 26% de los votos, es decir, más de uno de cada cuatro de los obtenidos en 2012 (de 471.681 a 348.444) y 8 de los 19 escaños que ocupaba en el Parlament, junto a la irrupción de Ciudadanos como segunda fuerza y alternativa real al partido que hasta ahora aglutinaba al amplio abanico ideológico de la derecha española, han traído algo más que inquietud a los despachos de Génova.
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