Las leyes deben ser administradas con sentido común, una característica que solo poseen los humanos. Si las leyes se aplicaran siempre al pie de la letra, valdría con introducir su literalidad en un ordenador y nos ahorraríamos miles de millones de euros en los sistemas judiciales, en las administraciones públicas y en los consejos rectores de la mayoría de las organizaciones sociales. Hay un chaval de 14 años que no puede jugar en el equipo cadete del Amorebieta por haber cometido el pecado de haber nacido en Rumanía. Sí, es cierto que vive en Lemoa desde los cuatro años, cuando sus padres llegaron a Euskadi desde aquel país, y eso enciende un piloto rojo en el ordenador de la FIFA. Tras el ordenador, digo yo, habrá un ser humano que corrija a la máquina y diga: “No, este chaval no ha sido llevado allí, con toda su familia, porque a los cuatro años ya apuntaba maneras de futura estrella del fútbol”. Pero, como no lo hace, y a este chaval le quedan cuatro días (hasta el 31 de enero) para poder recibir el ok que le permita jugar con su equipo, uno piensa que o bien es la máquina quien manda o bien al humano que tendría que estar detrás le da exactamente igual la frustración que debe estar sintiendo ese joven, y como él otros muchos. ¿Qué es el fútbol para la FIFA, un señor que recibe el Balón de Oro y encarna lo más deplorable de un deportista (agresividad, chulería, prepotencia...), o un chaval que solo quiere practicar el deporte que más le gusta?
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