“El concepto de España pasa para muchos porque los vascos dejemos de ser vascos”. Esta frase la recojo de una entrevista publicada en DEIA el 28 de octubre de 1996, del entonces diputado de Hacienda de Bizkaia, Fernando Olmos. Al cabo de muchos años, unos políticos que se autodenominan “vascos y por lo tanto españoles” lo ponen en práctica con sus hechos en su día a día e incluso nos moralizan con acabar con el adoctrinamiento nacionalista basándose en la “normalidad”. “España es un Estado, con solo una nación, una lengua, una cultura, un pensamiento, una hacienda”. La identidad española es algo que, desde su más tierna infancia, se ha asentado sobre pilares de exclusión religiosa, lingüística y cultural (represión y expulsión de árabes y judíos, Santa Inquisición...), anexión militar y sometimiento de los pueblos peninsulares (Navarra, revueltas comuneras, guerras carlistas), conquista y expolio de numerosos territorios africanos, asiáticos y, sobre todo, americanos. El filósofo y pensador Fernando Savater, de UPyD, lo condensa y aclara aún mejor: “Yo no soy nacionalista y ni siquiera vasquista”. Es decir todo lo que huela a cultura, lengua, historia, leyendas de la tierra vasca, deberán ser sustituidas por las del Imperio castellano de Isabel y Fernando, y las del anterior Jefe del Estado. Savater está considerado por la derecha española como todo un héroe nacional. Sus teorías y filosofías, sus odios a todo lo vasco, se aplauden en algunos medios de comunicación españoles.
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