RAJOY debería graduarse la vista porque tiende a verlo todo “algo pequeñito, algo chiquitito”, como aquel de Eurovisión. Ya en su día llamó “hilillos” a lo que vinieron a ser toneladas de chapapote. Así que cuando se refirió como “unas pocas cosas” a los casos de corrupción, era previsible que se reprodujeran por esporas. Llegados a este punto, terminaría antes si hiciera una lista de los cargos honrados que le quedan. Me refiero a esos que no manejan tarjetas opacas ni sobres ni cuentas en Suiza, que no usan coches oficiales para sus desplazamientos privados, que no cobran dietas innecesarias ni abusan de los gastos de representación. Esos que, por raro que parezca, no se gastan ni un céntimo en nada que no sea el desempeño de su función pública, porque haberlos, haylos, ¿no? La prensa, por su parte, tendría que plantearse reservar un espacio fijo, como el de las esquelas, para informar sobre cadáveres políticos. Servidora, de momento, bastante tiene con disfrazar a la familia para Halloween. El padre de las criaturas quiere ir de esqueleto y yo le digo que como el esqueleto no sea de rinoceronte... El crío, de Chucky, el muñeco diabólico. Y la niña, de algo que dé mucho miedo. Le he explicado que acojona más un político corrupto que un zombi con los miembros ensangrentados colgando, pero ella pasa de ir por las empresas diciendo “truco o trato”. Vamos, que prefiere ir de muerto que llevárselo ídem.
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