LOS intensos acontecimientos que se han sucedido en los últimos días en Escocia y en Catalunya han tenido -y continúan teniendo- su innegable y correspondiente eco en Euskadi. El referéndum sobre la independencia de Escocia celebrado, con todas las garantías democráticas y tras un acuerdo político de hondo calado entre Londres y Edimburgo, el pasado día 18, con el conocido resultado negativo, y la convocatoria para una consulta realizada por el president de Catalunya, Artur Mas, el sábado, que con toda probabilidad será impedido por el Gobierno español, interpelan, sin duda, a los ciudadanos y partidos vascos que consideran que Euskadi es una nación y que, por tanto, tiene derecho a decidir libremente su futuro. Con todas las diferencias y matices, Escocia y Catalunya serían dos modelos. ¿Cuál de ellos debe seguir Euskadi? Durante la celebración ayer del Alderdi Eguna, el PNV volvió a dejar meridianamente claro cuál es el suyo: la “vía vasca a la soberanía”. Según explicó el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, y, de igual modo, reiteró el lehendakari Iñigo Urkullu, Euskadi debe tener un camino propio como única solución democrática posible para resolver lo que denominó “el conflicto histórico que atañe a Euskadi y España” y cuyas bases son el diálogo, el acuerdo y, sobre todo, el respeto a la voluntad popular. Es decir, “diálogo, acuerdo y a votar”, como enfatizó el líder jeltzale. No cabe duda de que cada país debe hacer su propio camino. Euskadi tiene la legitimidad, la capacidad, la voluntad y la fuerza necesarias para diseñar, poner en marcha y transitar el suyo, siempre con respeto escrupuloso a la democracia, la ley y la voluntad popular y sin renunciar a sus señas de identidad históricas. Y, según lo que se escuchó ayer en las campas de Foronda por parte de los máximos dirigentes jeltzales, el PNV está firmemente comprometido a ello, desoyendo algunos cantos de sirena que pretenden llevar al país a un callejón sin salida. Ello requiere, desde luego, de mucho esfuerzo. El primero, alcanzar un gran acuerdo en Euskadi que el lehendakari se comprometió a buscar “sin desfallecer”. Después, un pacto con el Estado que termine en el refrendo popular. Esa es la vía vasca, la única posible, hoy y aquí, para que los vascos podamos alcanzar y ejercer nuestra soberanía con plenas garantías democráticas.