Recientemente envié una carta a la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) formulando una queja a la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología del Periodismo, encargada de estudiar los casos que hacen referencia a la vulneración del Código Deontológico por el que se rigen, o supuestamente debieran hacerlo, los periodistas. Mi queja hacía referencia a las aviesas informaciones vertidas por la periodista Laura Fa en un programa de la cadena Tele 5, acerca de la persona del reputado arquitecto Joaquín Torres, sin haber contrastado las fuentes y exponiendo, pura y llanamente, su opinión subjetiva y alejada de la objetividad que deben observar todos los profesionales de la información. Como respuesta a mi petición me han negado, por carta, la posibilidad de ser yo quien presente la queja “por carecer de interés en el asunto” y “sin que concurran las circunstancias de escándalo o alarma social”. Tengo interés, no lo duden, pero es personal, claro, lo cual aquí no importa. ¿Qué entienden en la FAPE por escándalo social? ¿No es suficiente el inmenso dolor causado a la familia del difamado señor Torres? Fue un ataque tan gratuito como innecesario, solo para obtener una buena audiencia y afianzarse en un puesto de trabajo. La actitud de la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología del Periodismo me suena a algo tan manido que bien pudiera resumirse en presunto corporativismo. Igual que otros profesionales hacen piña, los periodistas, a tenor de lo visto en este caso, también. Y ya por último decirle a la persona que me envió la carta certificada, que esta llegó con siete días de retraso, que no iba firmada y solo ponía su nombre. Yo las suelo firmar siempre porque creo que eso es lo más correcto.
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