EL pleno de política general que celebra hoy el Parlamento Vasco supone la escenificación de la apertura de un curso condicionado, además de por los retos en materia económica y de normalización sociopolítica que ya marcan la legislatura, por el calendario electoral. Y debe servir, por tanto, para que las formaciones con representación en la Cámara de Gasteiz expongan de modo nítido sus ejes de actuación para la segunda mitad de este primer mandato de Iñigo Urkullu. En el caso de PSOE y Bildu, además, con la novedad de los estrenos de Idoia Mendia en la secretaría general y de Hasier Harraiz en la portavocía respectivamente. A ese ecuador legislativo se llega comparativamente, en cualquier caso y sin desmerecer el necesario debate, con evidentes dosis de ponderación política, en cuyo haber cabe reseñar tanto la estabilidad presupuestaria en las diversas instituciones del país, lograda tras un primer año de difíciles equilibrios, como los acuerdos logrados entre PNV y PSOE, a los que posteriormente se añadiría el PP, en materia fiscal o de reactivación económica y empleo. También con el desarrollo, si quiera en la parte que atañe al Ejecutivo vasco y pese a las resistencias halladas al desarrollo de las políticas de pacificación y normalización, del esfuerzo comprometido en dicha materia con la apertura e impulso, no siempre comprendido por todos, de la Ponencia de Paz y Convivencia. Y sería conveniente que ese escenario de ponderación con que se han encarado los debates en las principales políticas necesarias para el país se mantenga en lo posible alejado de una confrontación electoral que se presume dilatada en el tiempo. Porque sólo así podrá realizarse, tanto desde el gobierno como desde la oposición, el análisis realista que la situación económica -y social, especialmente en el ámbito del empleo- precisa cuando se anuncia un cierto frenazo de las perspectivas en la zona euro y se comprueban las debilidades de una recuperación más incipiente que otra cosa. Porque solo desde esa ponderación se podrán repetir acuerdos presupuestarios imprescindibles para afrontar con garantías esas dudas al tiempo que se ofrece un horizonte de esperanza a una sociedad vacilante respecto a la actividad política. Y porque solo la ponderación permite desterrar recelos y afrontar con unas mínimas garantías la resolución del conflicto político y de convivencia que ha afectado y aún afecta a nuestro país.
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