CERCA de 45.000 personas en la CAV y Nafarroa padecen de Alhzeimer, una dura enfermedad caracterizada por una paulatina e irremisible pérdida de la memoria y, con ella, de la autonomía personal, social y laboral de quienes la sufren. Un mal que, por sus consecuencias, afecta de manera directa al entorno del enfermo, que debe asumir unos cuidados muy especiales y continuos que alteran de manera muy sensible la vida cotidiana en todos los sentidos. Se calcula que por cada enfermo de Alzheimer hay al menos otras dos personas cuidadoras que, en muchas ocasiones, deben dedicarse en cuerpo y alma a su ser querido, con lo que estaríamos ante cerca de 90.000 vascos que sufren de una manera u otra las consecuencias de una enfermedad global que alcanza a 36 millones de diagnosticados en todo el mundo. Bajo el lema de Solidarios, las asociaciones de familiares de enfermos celebran hoy, como cada 21 de septiembre, el Día Mundial del Alzheimer, una jornada reivindicativa y de sensibilización social con la que se pretende poner en la agenda pública la necesidad de impulsar políticas tanto para luchar contra la propia enfermedad como para la atención efectiva a los afectados y sus familiares incluida la dotación de las ayudas y recursos necesarios para el cuidado de quienes la padecen. En este sentido, son muchas y muy amplias las necesidades, personales y sociales, que genera esta enfermedad. La crisis económica ha venido a agravar la situación, ya que los recortes, además de afectar a las investigaciones que puedan atajar o paliar la enfermedad, se han cebado en muchas ocasiones con los pacientes y sus entornos. En Euskadi, pese a que ya se han tomado medidas tanto en la atención directa a los enfermos como en actuaciones específicas sobre los cuidadores -por ejemplo los programas respiro puestos en marcha por la Diputación de Bizkaia-, el futuro se presenta preocupante ya que el Alzheimer está directamente relacionado con la edad y nuestra sociedad tiende hacia un envejecimiento galopante en el que en pocos años casi 100.000 personas tendrán más de 85 años. De ahí que el Plan vasco de Salud deba poner especial atención a un problema de salud pública de primer orden en el que entran en juego múltiples disciplinas y, con ello, una política global e integral en las áreas sanitaria, social y familiar, formativa, investigadora y jurídica. Todo un reto.
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