Ucrania: nada menos y nada más
El alto el fuego bajo supervisión de la OSCE acordado ayer en Minsk por todas las partes es solo la primera condición indispensable para la solución de la más grave crisis geoestratégica en Europa desde la de los Balcanes
EL anuncio tanto por el gobierno de Kiev como por las milicias prorrusas del sureste ucraniano de un acuerdo de alto el fuego en el conflicto armado que les enfrenta desde hace cinco meses -causando más de 2.600 muertos y un millón de desplazados-, parece abrir un atisbo de solución a la mayor crisis geoestratégica en Europa desde la Guerra de los Balcanes en los 90 del pasado siglo. Nada menos, pero nada más. A falta de conocerse en toda su profundidad los doce puntos del protocolo acordado en la reunión del grupo de Contacto para la crisis ucraniana, conformado por representantes de Kiev, Rusia y los insurgentes prorrusos con la mediación de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), todo apunta que se trata de una extensión con aportaciones ucranianas de los siete puntos expuestos el pasado miércoles por el presidente Vladimir Putin, que únicamente contemplaban las fórmulas para un alto el fuego bajo observación internacional y no realmente los mecanismos de solución a la grave crisis política interna que amenaza con la ruptura de Ucrania y la secesión del Donbass tras la insurrección armada en Donetsk y Lugansk principalmente. De hecho, nada más conocerse el anuncio del acuerdo logrado en Minsk (Bielorrusia), el represente de los rebeldes de Lugansk, Igor Plotnistski, ya precisó que el fin del enfrentamiento armado desde las seis de la tarde de ayer no significa la renuncia a la independencia de los prorrusos . Y tampoco todos los apoyos del gobierno de Kiev surgido tras la revolución del Euromaidan parecen dispuestos a negociar con los rebeldes otra cosa que no sea la rendición de las milicias y su retirada de territorio ucraniano a pesar del tono más conciliador de las expresiones del presidente Petro Poroshenko y del agotamiento de la población ucraniana, en ambos bandos, ante un enfrentamiento armado no exento de condicionantes externos. El alto el fuego, en realidad, era únicamente la primera condición indispensable para abrir la puerta a una solución que dependerá, sin embargo, casi más de las pretensiones de Putin -una vez asumida por la comunidad internacional (y por Kiev) la anexión de Crimea- y de la respuesta de la OTAN que de la capacidad ucraniana para mantener dentro de un mismo estado su diversidad étnica e ideológica.