Reducir impuestos, perversión neoliberal
El PP quiere aparentar que bajará los impuestos para dinamizar la economía. Ahora, por lo visto, ya no se necesita recaudar tanto, pues se ha eliminado el déficit, se está en la senda de la creación de empleo masivo y de calidad y los servicios sociales han vuelto al nivel previo a la crisis. Es un milagro repentino de nuestros gestores que muestran que cumplen sus programas electorales. ¿Y no será porque se aproximan las elecciones? Que no se desborde el optimismo de la ciudadanía, que no se bajarán, que sólo es un toque de magia y seguirán subiendo porque es incompatible reducirlos y al mismo tiempo mantener el nivel de gasto público improductivo, aunque se reducen los que afectan al bienestar social. Pero es que, además, la reducción de impuestos es una perversión conceptual del liberalismo, pues se trata de minimizar el Estado a base de dar un sentido negativo a la recaudación. La población debe ser consciente, sin embargo, de que es imprescindible un estado fuerte, que recaude lo suficiente como para mantener los servicios sociales que beneficien a la generalidad. Además, ese incremento de impuestos necesarios para mantener ese estado potente debe provenir de los directos por ser más justos y responde al principio de quien más tiene, más deberá pagar. Aunque sobre las bases de ser fuerte, justo y controlado democráticamente, sabe que le corresponderá pagar menos, pues serán compensados por los incrementos de los directos que gravarán a los ricos. A estos, en cambio, les repugna y rechazan un estado fuerte, pues va a tener que contribuir más que en el caso de uno de dimensión limitada que requiera una baja recaudación. Es lógico su silogismo conceptual: prefiere pagar menos impuestos, aunque carezca de transportes eficaces, escuelas o sanidad gratuita. Con lo que ganan y lo acumulado ven más provechoso para ellos pagar más caros los bienes y servicios que utilizan sin que la plebe les agobie. No les importa pagar más cara la gasolina, los billetes de avión o llevar a sus hijos a universidades de prestigio en el extranjero, pues gozarán de mayor libertad, se sentirán menos agobiados por la molesta masa e incluso serán vitoreados por los que carecen de conciencia de ser manipulados y reciben las limosnas y favores del señor que les da el pienso.