Nunca he entendido muy bien por qué a un expresidente, bien de Gobierno o de comunidad autónoma, tienen que pagarle una pensión vitalicia al dejar su puesto. ¿Es que no ganaban lo suficiente para tener que solicitar esa ayuda? Me parece una auténtica inmoralidad que, en plena época de recortes, se malgaste tanto dinero público. Hace unos días nos enteramos que el expresident de la Generalitat, Jordi Pujol, ha mantenido durante 34 años una fortuna oculta en paraísos fiscales. ¡¡Vergonzoso!! Pero también nos enteramos que el ex molt honorable recibía una pensión de 86.418 euros al año por haber ejercido el cargo durante 23 años (¿cuántos trabajadores llegan a cobrar ese dineral?). Por si esto fuera poco, disponía de un despacho en el céntrico paseo de Gracia en Barcelona así como un coche oficial y chófer. Sin comentarios. Parece ser que, ante el revuelo que se ha montado, renuncia a esos inexplicables privilegios. ¿Y esto va a quedar así? Pues no. Este señor lo que tiene que hacer es devolver el dinero que ha recibido desde que dejó el cargo de president. Ese dinero vendría muy bien para que deje de haber tantos recortes en Sanidad o en Educación. El partido que apoya a CiU tiene la E de Esquerra. Ahí tiene una ocasión inmejorable para demostrar que es un partido de izquierdas. ¿O es que tiene la cabeza en otras historias?