Sin comer
CIRCULA por los vastos páramos de internet un vídeo grabado a las puertas de una sucursal bancaria en medio de un atraco con rehenes. Un reportero pregunta a un hombre si tiene algún familiar retenido y este responde que está allí porque su tía, que es la señora de la limpieza, está dentro. La conversación continúa con otra pregunta cuya respuesta es en principio obvia: "¿está preocupado?", pero que cosecha una contestación digna de Paquirrín: "Sí, no he comido todavía". La secuencia me recuerda a los incidentes del Global Forum Spain, que así formulado suena mejor que lo que es. Los que estaban dentro del Guggenheim nos tienen secuestrados desde hace años y fuera se había convocado una manifestación para intentar salvar del fuego los muebles. Pero se colaron en la fiesta los de siempre y algunos de fuera para destrozar todo lo que estuviera a su paso y en lugar de aportar su grano al dique contra las políticas de recorte, redujeron a cenizas el espíritu de la convocatoria. Y de paso le dejaron bien claro que la protesta en la calle es cosa de otros a los indecisos que recelan a la hora de sumarse a estas iniciativas por el riesgo a verse envueltos en una batalla campal. Los que querían plantar cara de verdad al austericidio se quedaron con las ganas, porque los violentos venían a otra cosa, a comer, a alimentarse a la devastación. También comieron los Lagardes y Juancarlos, que ni se enteraron del caos. Y fueron solo los comercios y los ciudadanos los que los sufrieron.