nAVARRA, o una buena parte de sus ciudadanos y ciudadanas, asiste entre perpleja, incrédula, harta y visiblemente molesta a una nueva desautorización histórica del PSOE a las decisiones de los socialistas navarros en favor de un cambio de ciclo político tras casi 25 años de la derecha en el poder. Cada una de las reiteradas intervenciones ocurridas en contra de la voluntad democrática de sus propios compañeros de partido y de la voluntad política de los navarros y navarras expresada en las urnas ha sido peor escenificada y más cruel con los responsables y militantes del PSN. Y en cada caso ha abierto una brecha profunda en la credibilidad social del PSN -la pérdida de votos, escaños e influencia en los últimos 18 años lleva camino de situar al socialismo navarro en la prescindibilidad política-, y fracturado a la organización. Y de nuevo la historia se repite. Desautorizada la actual dirección, con su secretario general Roberto Jiménez a la cabeza, de una forma humillante por Ferraz mediante un comunicado enviado a la prensa y un burofax a la sede con la tajante prohibición de llevar a cabo aquello a lo que se habían comprometido públicamente, el debate, la tensión y la pugna se traslada al propio PSN. Jiménez superó ayer el comité regional y aguanta de momento al frente del PSN. Pero el coste fue una dura fractura interna cuyas consecuencias empezarán a visualizarse a partir de ahora. Y también un alto coste en la credibilidad que podía tener a día de hoy el discurso del PSN en la sociedad navarra. Tres semanas después de que advirtiera a Barcina que optaba por irse ella sola y adelantaba las elecciones ante la situación de desgobierno en que ha sumido a Navarra o se le echaría del Gobierno, y de una comisión de investigación con contundentes conclusiones sobre las injerencias y presiones en Hacienda, el PSN no ha logrado ni una cosa ni otra. La responsabilidad de la estrategia y de la escenificación es, en este sentido, compartida con la misma dirección federal -que ha jaleado públicamente la presión sobre Barcina- y ahora ha dejado tirados a Jiménez y al resto de la dirección y militancia en Navarra sin ofrecer una explicación coherente. Rubalcaba, Valenciano y demás se dedicarán ahora a la campaña europea, pero han sumido en una profunda crisis al PSN interna y externamente, han imposibilitado la continuidad de Jiménez al frente del partido y han dejado sin resolver los graves problemas que arrastra Navarra con el actual Gobierno de Barcina.