No confundirse, no confundir
La asunción por el PNV de su responsabilidad en la defensa de derechos fundamentales y del proceso de paz exige en correspondencia desterrar toda tentación oportunista y el fin de debates y pronunciamientos anclados en el pasado
LA convocatoria conjunta por EAJ/PNV y Sortu -junto a otras fuerzas políticas y sociales- de la manifestación del pasado sábado en Bilbao ha dado lugar a actitudes, reacciones y análisis que bien parten de una confusa percepción de la realidad o bien pretenden confundir la que de la misma tiene una amplia mayoría social en Euskadi. Ya durante la marcha, incluso si se ignora la más o menos velada amenaza previa de una manifestación incontrolada y sus previsibles consecuencias en la política y sociedad vascas, el incumplimiento del compromiso de que la movilización conjunta se desarrollara en silencio y sin más lemas que el acordado denota que dentro de la izquierda abertzale hay quien no acaba de comprender ni respetar las reglas y acuerdos de la política y utiliza cualquier resquicio para explotar un tan descarado como inútil oportunismo. Y el llamamiento posterior a un trabajo en común realizado por voces autorizadas de la izquierda abertzale pecaría de ese mismo oportunismo, lo abonaría incluso, si dicha colaboración se pretende exclusiva y por tanto excluyente. Igualmente si quisiera utilizarse como palanca de una teórica disputa por el liderazgo en el nacionalismo. El llamamiento, además y en cualquier caso, se realiza en sentido y dirección erróneas por cuanto el exhorto inexcusable de la izquierda abertzale, premisa para más colaboraciones pero, sobre todo, para avanzar en la normalización, debe ir dirigido a ETA, con el fin de su desarme y disolución, y a aquellos que, entre las bases propias, no terminan de entender las características y exigencias del nuevo tiempo político abierto en nuestro país. En el otro lado, quien simula interesadamente que la asunción de la responsabilidad política por los jeltzales en la convocatoria de la movilización del sábado es parte de un alineamiento frentista y poco menos que lo dibuja como acompañamiento de actitudes antidemocráticas, únicamente se procura una base dialéctica para tratar de confundir y ocultar las propias actitudes y políticas transgresoras de derechos fundamentales y obvia tanto la histórica firmeza del PNV frente a la violencia como sus más actuales esfuerzos para certificar su desaparición definitiva, a la que no contribuye precisamente el empecinamiento en debates, pronunciamientos y políticas anclados en el pasado.