¿Seguirán comiendo bacalao nuestros nietos?
HE tenido el placer de haber realizado una inmersión gastronómica muy variada en la última semana en cuatro locales vizcainos y -como siempre hay que extraer conclusiones de todo- pues aquí les presentó mi tesis después de contarles los lugares visitados. Creo que dentro de pocas décadas aquí no va a comer bacalao nadie y todos los jóvenes de ahora se van a mantener en sus costumbres yanquis -contagiadas suavemente a través de la televisión y las series- que no tienen nada que ver con nuestra gastronomía de toda la vida.
En una céntrica calle de Bilbao cerró hace poco un ristorante italiano y ya han abierto un local de comida yanqui lo que alertó al firmante de este artículo acerca de los cambios de costumbres gastronómicas de nuestros jóvenes.
Mi periplo gastronómico empezó en Larrabetzu -restaurante Azurmendi, Eneko Atxa- un homenaje a los sentidos, una carta mágica en un paisaje maravilloso tanto el exterior como el interior y un más difícil todavía en cada uno de los platos que llegaban a la mesa. Una experiencia gastronómica difícil de olvidar pero -claro- nuestros jóvenes no pueden pagarse un menú que ronda los ciento cincuenta euros. Un día más tarde, inmersión nueva en un local americano de la Gran Vía, local de comida joven aunque no barata. Dos días más tarde, un menú del día en un clásico de La Casilla, restaurante Urrejola de toda la vida, comida casera y muy digna con abundancia de diferentes bacalaos. Y, para cerrar la experiencia y -antes de pasar a las conclusiones-, una última visita a un local recién abierto hace pocos días junto a la Alhóndiga donde antes triunfara un italiano. Costillas, megahambuguesas, abundancia de salsas de todo tipo, muchas patatas fritas, mucho beicon y mucho queso, es decir, una comida para estómagos jóvenes y hambrientos en la que pagas el primer refresco y puedes tomar luego litros de ese mismo refresco completamente gratis.
Esta globalización de la comida es reciente en nuestro Bilbao porque quienes nos acercamos a los sesenta no descubrimos la primera pizzería en nuestras calles hasta los veinte años y -ya entonces- nos habían educado en una comida tradicional en la que no cabían extranjerismos. Cuántas lentejas, cuánto hígado y cuántas tortillas nos hemos comido de buena o mala gana en nuestras casas. Y ahora, la globalización gastronómica pone al servicio de nuestros hijos todas las culturas del mundo en las calles de nuestra ciudad, comidas quizás más atractivas y más fáciles para esas edades que las tradicionales de este país. De ahí la pregunta inicial, ¿seguirán comiendo bacalao dentro de unas décadas en Bilbao o se convertirá en un plato para turistas y guiris?, ¿hemos educado gastronómicamente bien a nuestros hijos o ya hemos perdido la batalla contra el take-away y las comidas fáciles, rápidas y extranjeras?, ¿cuál será la relación en el Bilbao del año 2040 entre restaurantes autóctonos y otros del resto del mundo? Estimado lector/a, ¿acaso no tienes la sensación de que casi todas las nuevas aperturas de restaurantes en Bilbao se dedican a la comida internacional?
Puede que en un futuro Bilbao sean los turistas quienes degusten nuestros bacalaos mientas que los bilbainos del futuro estarán ya vendidos a la comida rápida americana o de cualquier otro país. El peligro invasor existe y está entre nosotros y en nuestras calles y es posible que -en algunas décadas- la tan cacareada gastronomía vasca tenga la misma representatividad que tienen ahora los segalaris, el levantamiento de piedra o las pruebas de bueyes, es decir, puramente testimonial. Entones se demostrará que el pez grande se come al chico y que películas y televisiones son un arma de penetración cultural mucho más influyente que las ancestrales tradiciones de cada país. ¡Ay, si Busca Isusi levantara la cabeza! La pregunta sigue en el aire, ¿seguirán comiendo bacalao nuestros nietos?