Hoy - amados/as lectores/as- vamos a trabajar un poco la mente y la imaginación porque ya está bien de molicie, de viento sur y de temperaturas altas que marean la mente y solamente excitan las carnes que -como todos sabemos- son junto al mundo y el demonio los culpables -además del gobierno del PP- de todos nuestros males en la actualidad. Les voy a proponer una pequeña prueba para comprobar el estado de su intelecto en una mañana de sábado y es que imaginen -mientras leen estas líneas- objetos, sujetos o situaciones inútiles, es decir, que no sirvan absolutamente para nada y de los que podríamos prescindir de forma inmediata sin que nos apercibiéramos de su ausencia.

Solo les pido que le echen un poco de imaginación y les prometo que -al final del artículo- encontrarán una propuesta de tres cosas inútiles que no son mías sino que aparecen en un diálogo de la recomendable novela de Kirmen Uribe Lo que mueve el mundo. Ya pueden empezar a pensar pero sean originales porque muchos podríamos estar de acuerdo en objetos, sujetos o instituciones que son inútiles y sobran como la monarquía, el ejército, la delegación del gobierno central en Euskadi -delegado incluido- pero esto no tiene mérito porque mucha gente estaríamos básicamente de acuerdo en su inutilidad y en que, si desaparecieran, casi nadie les iba a echar de menos. Y, a la hora de pensar, háganlo con la mente puesta en la más cruda realidad, en los tiempos difíciles que nos está tocando vivir y no vayan al fácil mundo de la utopía donde también podríamos declarar como inútiles a la banca usurera, a la publicidad y la basura televisiva, los coches de gran cilindrada en unas carreteras donde no se puede pasar de ciento veinte kilómetros por hora, las policías del mundo, muchos políticos y algunos parlamentos, muchos fármacos, algunas suegras, obispos y cardenales, armamentos varios, ideologías extremistas y religiones también extremistas que ponen la fe por encima de la vida humana, la mitad de los libros que se publican a diario, las fábricas contaminantes, el fracking, la energía nuclear, el lujo desmedido... Eran solamente humildes pistas para que activen sus mentes intentando detectar todo lo inútil que nos rodea y, además de detectarlo, podríamos comprometernos a eliminarlo de nuestras vidas, y puede que encontráramos de forma definitiva un camino más fácil hacia la felicidad, ese bien tan escaso y tan perseguido en estos malos tiempos.

Pues ahora que ya están pensando en cosas inútiles que podríamos eliminar de nuestras vidas, les voy a comunicar cuáles son las que aparecen en la novela de Kirmen Uribe. Es en la página ciento veintiocho cuando Vic Opdebeeck le cuenta a su marido -Robert Mussche- que -en algún lugar- oyó que había tres cosas inútiles en este mundo a lo que su marido responde que los reyes, la jerarquía eclesiástica y los grandes ricos. Ella le dice, no seas tan político y le aclara que estas tres cosas inútiles son la lluvia en la mar, la luna en pleno día y las tetas de los hombres. ¿A qué no se esperaban estas tres cosas inútiles? Sigan, continúen pensando en la inutilidad de sujetos, objetos, instituciones, etc? porque la lluvia no aporta nada al mar, la luna tampoco cuando se mantiene colgada del cielo a plena luz del día y puede que también sean inútiles las tetas de los hombres?