Con un símil a este cuento y dándole la vuelta, nos encontramos con el lobo (Llorente), que llamando a la puerta de equipos potentes, no responde a la llamada, el lobo rubio sopla y sopla, pero el intento de contacto se esfuma. Vuelve a intentarlo con otra casa pero el resultado es el mismo, rechazo e impotencia, pero dado el hambre que tiene de comerse un título europeo, realiza la peor opción: intentar comerse a los cerditos millonarios, chocando una y otra vez con las almenas amuralladas. Intenta entrar por la chimenea del chalé de Alameda de Mazarredo, pero sale escaldado. Sale corriendo y estampado, todos sus intentos han sido baldíos, pero los recortes le han seguido por el bosque, pero el lobo rubio huye con el rabo entre las piernas, se ha dado cuenta que ha metido la pata.

No hace falta pensar mucho que los delirios de grandeza se difuminan cuando no existe una auténtica realidad, ya que el éxito es efímero, pero hay casos como este que escuchando cánticos de sirena y buena comida de coco por parte de los plumillas deportivos nacionales, uno no se da cuenta de que están dejando llevar, desoyendo los buenos consejos que en tu escuela te habían dado. Una buena escuela y unos excelentes maestros te enseñaron todo lo que sabes y a los que les debes tu preparación, pero les has dado la espalda.

Quizá y durante las largas concentraciones con el equipo nacional, al que tú tanto ensalzas, algunos periodistas te comieron la oreja: "Tú, con lo que vales, no puedes estar jugando en el Bilbao, te mereces un equipo mejor, búscate un equipo que aspire a títulos, etc., etc.". Pero echas la culpa a los periodistas de la ciudad de tu actual equipo (quizás porque hicieron público lo que pedías y te dio rabia) y a parte del público, cuando la culpa la tienen los otros plumillas, que te han ensalzado y casi subirte a los altares. Solo hay que oír a los locutores de TV cuando retransmitían un partido del Athletic: ¡Cómo puede estar Llorente sin salir a jugar! Y ahora pregunto: ¿Por qué no le sacó Del Bosque ni un minuto en el último Mundial? De eso nadie dice nada.

Está clara la pregunta: ¿Cuál fue antes, el huevo o la gallina? Está claro, primero fue la gallina, pero se le echa la culpa al huevo.