La marcha de hierro
Llegamos el 26 de octubre de 1992 a Madrid después de 18 días andando desde Bilbao, impidiendo que el ajuste laboral de aquel tiempo fuera más duro, ya que se invirtieron importantes fondos para la nueva empresa formada por la fusión de AHV y Ensidesa, aunque realmente fue un resultado muy pobre porque nuestros objetivos eran que no desapareciera AHV, pero no se pudo evitar.
Ahora hay más motivos que entonces para embarcarse en una aventura de estas, ya que entonces luchábamos para mantener nuestros puestos de trabajo y hoy sería para que se creasen empleos para poder tener un algo que diera la posibilidad de un futuro y una vida digna. Suelo decir que "si no hay nada que perder, lo demás no importa", y en la actualidad hay muchos millones de personas a las que les quedan pocas cosas que perder, por las letales y depredadoras prácticas de los delincuentes más peligrosos que hay en la actualidad, que son los mercaderes miserables, los banqueros mezquinos y los políticos corruptos.
Antes era una empresa concreta donde estaba la crisis, y la cuestión era más tangible, concreta y se podía incidir sobre el problema directamente, pero en algo tan gordo, inconcreto, intangible y que afecta a todo el tejido industrial y productivo de un país, de un Estado, es más complicado iniciar unas actuaciones contra la crisis, ya que se difumina la lucha por ser el flanco a cubrir muy extenso, pero mientras se intenta esta cuestión, lo que nos queda y no tenemos excusa para ello, es salir a la calle a protestar en todas las convocatorias que haya, incluso las que convoquen los colectivos sociales a los que la ciudadanía no acude tanto, porque creen que son organizadas por grupos como de segunda división en comparación con las organizados por los sindicatos o partidos políticos, algo erróneo y que refleja lo pija que hemos hecho a una buena parte de la sociedad en la que vivimos.