LAS relaciones entre los socialistas vascos y el PNV han vuelto a alcanzar en los últimos días un grado de tensión máximo, hasta el punto de que se ha producido un cortocircuito en el siempre necesario diálogo político entre dos de las fuerzas más importantes de Euskadi y que ostentan distintas parcelas del poder institucional en nuestro país. El motivo de esta suspensión de relaciones entre PNV y PSE ha sido la polémica a cuenta de la comparecencia del presidente del EBB, Iñigo Urkullu, en la que alertaba de la situación de las cuentas del Ejecutivo de Patxi López, a quien ofrecía colaboración a cambio siempre de información y datos contantes y sonantes sobre el estado real de los números de la Administración vasca. Es decir, apoyo para buscar soluciones de consenso a cambio de transparencia. El propio Urkullu, en una entrevista publicada en DEIA, ya había anunciado pocos días antes su plena disposición a arrimar el hombro y a ponerse a disposición de López, ofrecimiento que fue despreciado y despachado con una agria respuesta negativa por parte de la portavoz del Ejecutivo, Idoia Mendia. Además, las comparecencias tanto del propio López como del consejero de Economía, Carlos Aguirre, en el Parlamento no han despejado ninguna de las dudas sobre el estado real de las cuentas. Ambos se limitaron a desmentir que se esté a punto de alcanzar la quiebra, pero no ofrecieron ni una sola cifra que lo avale. Ayer, el líder jeltzale volvió a tender la mano, una vez más. No haría falta recordar que lo ha hecho desde el primer día en que se reunió con López una vez nombrado lehendakari, a quien entregó una propuesta concreta respondida con el famoso folio en blanco del dirigente socialista. Volvió Urkullu ayer a ofrecerse para una solución, para un acuerdo a medio y largo plazo que, según reconoció, requerirá del esfuerzo y sacrificio de todos. A cambio, exigió -de nuevo, también- que López clarifique las cuentas, que presente con transparencia el estado real de las cuentas. El ofrecimiento es claro, diáfano. Aún más, el acuerdo es necesario porque hoy más que nunca se necesitan políticas y medidas consensuadas para salir de la delicada situación en la que nos encontramos. López tiene de nuevo en su mano la solución. Ayer, ante los jóvenes socialistas, volvió a tirar del manual de lugares comunes y demagogia en el que suele refugiarse para no abordar los problemas. Además de insistir en la polémica estéril y decir que el PNV "ataca al país", pidió a los jeltzales "que digan qué hospital o escuela quieren cerrar o de qué ayudas sociales quieren prescindir". El populismo no casa bien con la responsabilidad. De lo que se trata, precisamente, es de evitar que se cierren servicios, ayudas y que se produzca una quiebra en el bienestar de los vascos. López vuelve a tener la pelota en el tejado de su Gobierno.