El avestruz
SE ha escondido en el lugar más recóndito. O al menos eso parece, pues no se le ve por ningún lado. Tras múltiples fracasos ha conseguido lo que tanto anhelaba y, sin embargo, a la hora de la verdad, rehúye afrontar la realidad. Quizás por el miedo a lo nuevo. Quizás por el miedo al qué dirán. Quizás porque no se considere capacitado para acometer la tarea que se le viene encima. Así que, mientras los altavoces mediáticos de la derechona española lanzan loas desmedidas hacia su persona -como si para ellos fuera el faro de Occidente y el reducto espiritual de la eurozona-, Mariano Rajoy se ha convertido en el primer hombre transmutado en avestruz. Diez días después de su aplastante triunfo en las urnas, aunque el Partido Popular solo subiera 600.000 votos con respecto a los comicios de 2008, el hombre que deberá asumir la presidencia del Gobierno español sigue sin explicar qué medidas piensa tomar en estos momentos de crisis. Mientras los líderes europeos se reúnen, negocian, hablan y calibran cuáles son las mejores opciones para salvar el euro, y con ello la economía de todos nosotros, el líder de la derecha española ha metido la cabeza bajo tierra. No parece la mejor postura para atajar los problemas que se ciernen sobre sus hombros. Se ha quedado sordo a las críticas, ciego ante el futuro y mudo para aclarar sus planes. Aunque lo más probable es que no entienda los comentarios sobre su gestión, no prevea lo que está por venir y no tenga libro de ruta para afrontarlo. La que nos espera.