sI algo permite la historia es aprender de ella. El mundo enteró conmemoró el pasado 13 de agosto el cincuenta aniversario del inicio de la construcción del muro de Berlín. 162 kilómetros de telón de acero dividieron un país, familias, amigos y cercenaron la libertad y la dignidad humana durante 28 años y tres meses. Un periodo infausto que, como la historia revela, solo ha dejado un único recuerdo positivo: el día que cayó y la libertad recuperó su espacio, y con ella los ciudadanos. Euskadi también ha sufrido con su particular muro. La violencia de ETA ha condicionado durante demasiados años la vida de un país que no ha gozado de toda la libertad que merecía. Cayó el muro de Berlín y parece que el paredón de ETA se aproxima a su demolición. Mientras el estrépito de los muros al caer subraya el error mayúsculo de su edificación, hay países que se empeñan en no escuchar el mensaje que grita la historia. Israel continúa con la construcción de un telón de cemento que saja, como si fuera una navaja afilada, el suelo de Cisjordania. Los palestinos comprueban indignados e impotentes cómo el filo de cemento rasga sus pueblos, sus tierras, su dignidad, su vida. Israel exhibe, una vez más, esa prepotencia que ningún organismo internacional ha conseguido atemperar. Hace, literalmente, lo que le da la gana, saltándose incluso resoluciones de los tribunales de justicia internacionales. El Tribunal de La Haya declaró su ilegalidad en 2004, dos años después de que arrancaran las obras, y exigió al Estado israelí su desmantelamiento. Lejos de frenar su expansión, Israel continúa apropiándose de tierras, arrancando olivos milenarios y alzando toneladas de cemento bajo las que sepultan la vida y las ilusiones de los palestinos, tal como han comprobado sobre el terreno los enviados especiales de DEIA. La ONU recordó ayer mismo al Ejecutivo hebreo su obligación de proteger a los civiles palestinos y de garantizar la integridad de sus propiedades en los territorios ocupados. "Se debe hacer más para prevenir de manera eficaz los ataques contra los civiles palestinos. Y cuando ocurren se deben investigar de manera adecuada por las autoridades", sentenció Rupert Colville, portavoz de la Oficina de Derechos Humanos, en alusión al incremento de la violencia ejercida por los colonos israelíes. El único atisbo de luz que parece iluminar la negrura es la reunión que la Unión Europea, Estados Unidos, la ONU y Rusia han propuesto a israelíes y palestinos el 23 de octubre en Jordania. De celebrarse, sería el primer encuentro entre las partes desde hace más de un año. Las palabras del presidente palestino Mahmud Abbas invitan al optimismo. "Esperamos que Israel y nuestra nación convivan con paz y seguridad porque estamos cansados de las muertes y las guerras", dijo ayer en Bogotá. Y de los muros. Hay que escuchar a la historia.
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