BILBAO es, un año más, una fiesta. La capital vizcaina tomó ayer el relevo de Donostia como epicentro de la diversión multitudinaria, que cerrará así, tras los nueve días ininterrumpidos de celebración de la Aste Nagusia, el periplo de las fiestas populares en las capitales vascas. Baiona, Iruñea, Gasteiz y Donostia han disfrutado de sus fiestas dentro de un ambiente de alegría, esparcimiento y diversión generalizadas que hacía tiempo no se respiraba en Euskadi. La tensión vivida en años anteriores parece ir perdiendo cada vez más fuerza en favor de una convivencia pacífica en la que todos tienen cabida para una diversión sana e integradora. Sin absurdas guerras de símbolos, sin violencia callejera, sin mensajes hirientes para las víctimas, con cada vez menos reivindicaciones fuera de lugar... la ciudanía ha tomado las calles para disfrutar de la verdadera esencia de la fiesta, que no es otra que la de compartir la alegría y la diversión. No cabe duda de que la nueva situación fruto del alto el fuego de ETA y del cambio de estrategia dentro de la izquierda abertzale, con la consiguiente legalización de un cauce electoral para ese mundo, están contribuyendo a aportar sosiego donde hasta ahora había exceso de tensión. Lo cual lleva a la lógica conclusión de que hasta ahora a la izquierda abertzale no le interesaba un clima de tranquilidad sino todo lo contrario y de que ha administrado la tensión, la provocación y la violencia como mejor le ha convenido a sus intereses. Cuando, tras el txupinazo de ayer, decenas de miles de bilbainos y foráneos se aprestan a vivir la Aste Nagusia, conviene, sin embargo, recordar algunos aspectos fundamentales para que las fiestas se desarrollen en armonía y cumplan su función, que no es otra que garantizar la posibilidad de diversión para todos, sin exclusiones. Ello implica la necesidad de comportamientos cívicos y respetuosos con los demás. La fiesta no puede estar reñida con la necesidad de descanso de los vecinos, en algunas zonas sometidos a muchas horas de intenso ruido, molestias, comportamientos poco respetuosos -incrementados en muchos casos por la excesiva ingesta de alcohol- y suciedad. Los esfuerzos, tanto por parte de las comparsas como del Ayuntamiento, por concienciar a la ciudadanía en este sentido están dando algún fruto, aunque siempre sería deseable mayor implicación. Asimismo, los preocupantes episodios de agresiones sexuales y violaciones sucedidos durante las fiestas de Baiona e Iruñea, así como antecedentes en la propia Aste Nagusia bilbaina, obligan a redoblar esfuerzos para evitar este tipo de graves delitos. La campaña del Ayuntamiento y Bilboko Konpartsak contra estas agresiones es, en ese sentido, una certera iniciativa en favor de que hombres y mujeres puedan disfrutar, también durante las fiestas, con plena igualdad. En definitiva, a vivir y convivir la fiesta de forma sana. Gora Aste Nagusia!