Euskadi, ante un nuevo tiempo
Las resultados de las elecciones de ayer reflejan la Euskal Herria real, sin cambios ni pactos artificiales, cada vez más abertzale con el triunfo del PNV y la irrupción de Bildu, que empuja al final de ETA y obliga a pactos muy plurales
LOS vascos hablaron ayer en las urnas. Y lo hicieron para reflejar la Euskadi real, sin cambios ni adulteraciones, plural -muy plural-, democrática y pacífica. Los resultados de las elecciones municipales y forales reflejan claramente que Euskadi es mayoritariamente abertzale. Algo que ya se sabía pero que se ha tratado de esconder cuando no falsear mediante pactos artificiales basados en más que discutibles decisiones político-judiciales. Los vascos han castigado duramente el acuerdo PSE-PP y de manera especial a los socialistas, que han sufrido una debacle sin paliativos que les obliga a la reflexión. El pacto PSE-PP está herido de muerte por las urnas, mientras Patxi López se esconde, incapaz de explicárselo a la sociedad. Los datos electorales son incontestables y arrojan un triunfo nítido del PNV en los comicios, especialmente rotundo en Bizkaia, que, en general, no solo consolida sus apoyos tradicionales sino que crece de forma significativa en núcleos urbanos y en zonas consideradas feudos socialistas como la Margen Izquierda. Es, sin duda, el triunfo de la buena gestión y, en su caso, de la política rotunda, eficaz y propositiva de oposición. Una victoria conseguida pese a la evidente dispersión del voto nacionalista, que se ha visto reflejado en una pérdida de apoyos que podría haber sido fundamental en algunas instituciones. Mención especial merece Nafarroa, donde el abertzalismo ha logrado unos resultados históricos y, una vez más, es posible el cambio de progreso. Asimismo, los resultados electorales colocan a Bildu en una posición clave en la política vasca. Su fuerte irrupción, sobre todo en Gipuzkoa donde es primera fuerza al igual que en Donostia, ha sorprendido a muchos pero no deja de ser una consecuencia clara -como históricamente ha ocurrido en cada elección- del nuevo clima político debido al alto el fuego de ETA. La izquierda abertzale vuelve a ponerse ante el espejo de la sociedad vasca: cuando ETA no actúa, cuando no hay violencia, muertos y chantaje, los ciudadanos premian sus candidaturas mediante votos. Está por ver cómo administra la coalición estos importantes apoyos, muchos de los cuales no son sino, simplemente, votos para empujar a ETA hacia su final. De esto deben ser conscientes todos los componentes de Bildu y en especial la izquierda abertzale, que ayer fueron incapaces de nuevo en sus valoraciones de los resultados a referirse a ETA. Es evidente que las elecciones de ayer abren un nuevo tiempo en Euskadi. Un tiempo para la política. El reflejo en las urnas de la rica pluralidad de la sociedad vasca tiene como consecuencia primera un enrevesado escenario en el que van a ser necesarios pactos y acuerdos de muy diversa índole. El diálogo y la capacidad de llegar a acuerdos plurales y transversales serán la clave. Y para ello todas las fuerzas políticas deben asumir esa pluralidad y actuar por vías exclusivamente democráticas en un escenario, largamente deseado, sin ETA.