lA decisión hecha pública ayer por la Ejecutiva de Aralar de cerrar la puerta a una eventual entrada de la izquierda abertzale oficial en la coalición Nafarroa Bai supone el fin de una incertidumbre con respecto a tal insólita posibilidad y una imprescindible clarificación del escenario político a pocos meses de las próximas elecciones. Y no solo en la comunidad foral. Ya la envenenada propuesta realizada a mediados de noviembre por los miembros de la formación ilegalizada y dirigida a EA y Aralar para "conformar un sujeto electoral unitario" circunscrito al ámbito de Nafarroa daba la medida de las intenciones reales de la izquierda abertzale oficial. Se trataba de generar una cuña dentro de NaBai, una coalición llamada sin duda a ser la llave del imprescindible cambio político en la comunidad foral y en cuyo seno sus miembros (Aralar, EA y PNV, sin olvidar a los independiente) ya habían anunciado su intención de mantener la alianza para los próximos comicios precisamente con la intención de aglutinar y encauzar las cada vez más evidentes ansias de cambio de la ciudadanía navarra. La propuesta, por tanto, era una carga de profundidad contra NaBai, donde se había generado un a veces agrio debate sobre la continuidad y virtualidad de la coalición. Además, es posible que el llamamiento a EA y Aralar tuviera lugar en un momento tal vez interesante para los intereses particulares de la izquierda abertzale -que suele confundir con frecuencia y de forma interesada con los generales de Euskal Herria- pero no para las formaciones llamadas a esa sospechosa entente electoral. En sus propios documentos internos, la izquierda abertzale oficial ya había dejado claro su claro objetivo por romper NaBai, proyecto al que consideraban "agotado". Tras semanas de conversaciones y negociaciones, sin embargo, Aralar ha dado su respuesta negativa al dar por cerrada la posibilidad de entrada de la izquierda aber-tzale en una coalición en la que, por otra parte, es evidente que los radicales no creen en absoluto. Basta hacer un somero repaso a los análisis y declaraciones de miembros de la izquierda ilegalizada para comprender hasta qué punto sus intenciones son sinceras. Otra cosa es que la ex Batasuna esté necesitada de compañeros de viaje en este "proceso" que no termina de arrancar y que se escurre como la arena entre los dedos. Nadie duda de que el cuerpo social de la izquierda abertzale puede ser determinante en términos electorales para un posible cambio en Nafarroa. Pero para que se produzca una integración, una conjunción de intereses, para ir de la mano con las formaciones democráticas, la izquierda radical debe clarificar antes su propia apuesta política lejos de la violencia y debe actuar con la necesaria humildad. De momento, tal y como dijo ayer Aralar, hay discrepancias en temas clave y no existe la suficiente confianza. Aún tiene mucho camino por recorrer.