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Adeu, Espanya?

Del vencedor de las elecciones catalanas no hay ninguna duda: Artur Mas ya las ganó hace cuatro años. Quizás el interrogante esté en el voto independentista, cuya suma no andará lejos de los 21 escaños que ha tenido ERC, y de su influencia a partir del domingo

ESTAMOS en medio de una campaña electoral en Cataluña, sobre cuyo vencedor no hay duda alguna. Hasta aquí, ninguna novedad. Ya hace cuatro años, Artur Mas, al frente de Convergència i Unió, ganó las elecciones en votos y escaños con una diferencia sustancial: 48 escaños y 928.511 votos (el 31,52%), frente a los 37 escaños y 789.787 votos (el 26,81%) del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC). Obsérvese que con una diferencia de menos de cinco puntos (4,71), la diferencia en escaños fue de 11.

Las encuestas pre-electorales arrojan una subida fuerte de CiU (que podría llegar a situarse incluso entre los 62 y 63 escaños, bordeando la mayoría absoluta) y unas bajadas sensibles de PSC y ERC. En el caso de los socialistas, algunas encuestas reducen su porcentaje de voto unos seis puntos, perdiendo entre 6 y 7 escaños , y por lo tanto quedándose a una diferencia sideral de CiU (pasando de 11 escaños de diferencia, hasta situarse alrededor de una diferencia de 30 escaños). En el caso de ERC, las encuestas más catastrofistas -Grupo La Vanguardia- le auguran la pérdida de la mitad de sus escaños (pasando de 21, a entre 10 y 11), mientras que otras, como la del CIS, le auguran poder quedarse entre los 15 y 16 escaños.

Del resto, cabe esperar una cierta estabilidad de votos y escaños para Iniciativa per Catalunya y el Partido Popular. Hagan lo que hagan unos y otros, parecen tener un electorado que está a las duras y a las maduras. No importa que Iniciativa haya protagonizado los fiascos más sonados, en los que ha arrastrado al Gobierno catalán -la nefasta actuación de su Conselleria de Interior en el incendio de Horta, o en la gran nevada de marzo del 2010 en Barcelona, por ejemplo- o que el PP haga una campaña directamente xenófoba (con videojuego matando inmigrantes incluido).

Ciutadans, por su parte, puede mantener su presencia en el Parlament gracias a la división del voto independentista y a que recoge, junto al PP, el voto ultraespañolista que en el Estado representa UPyD.

Creo que interesa subrayar qué es lo que va a pasar con el voto independentista y qué es lo que puede pasar en la política catalana post-electoral, habida cuenta de lo que ha estado sucediendo en Cataluña durante la última legislatura: campañas catalanofóbicas, movimiento soberanista y consultas populares, sentencia del Tribunal Constitucional y, finalmente, la gran manifestación del 10 de julio de 2010.

Es verdad que la llegada de las elecciones apagó el eco y rebajó resultados en las últimas consultas: pero cualquier observador imparcial pudo constatar que esa bajón se debió, sobre todo, a que las maquinarias electorales (y fundamentalmente la de ERC, que es la que ha mantenido una gran parte de ese movimiento) estaban ya dedicadas y orientadas a la campaña del Parlament de Catalunya. Pero no es menos cierto que, más allá de las elecciones y de los planteamientos partidistas, todo el movimiento de fondo que se está produciendo en Catalunya, ese movimiento transversal que apuesta cada día más por un planteamiento independentista, va a reclamar su protagonismo en la política catalana.

Volviendo al voto independentista, hay determinados planteamientos que ocupan un gran espacio en los medios de comunicación, y que son, cuando menos y siendo benévolos en la expresión, simplistas. Se insiste hasta la extenuación -y para regocijo, ante todo, de la clientela españolista-, en el "batacazo" de ERC. Y esto hay que matizarlo.

Un resultado que sitúe a ERC entre los 15 y 16 diputados sería, a mi juicio, un buen resultado. ¿Por qué? Pues porque, al margen de la salida de Carod, se trata de un partido que ha conocido dos escisiones. La primera, con Joan Carretero a la cabeza, que dio origen a Reagrupament per la Independència; y la segunda, la del sector de Uriel Beltran, que pasó de liderar por ERC las consultas populares por la independencia a unirse, junto con el exconvergente Alfons López Tena, a la Solidaritat Catalana per la Independència de Joan Laporta.

Por lo tanto, ERC encara las elecciones con el lastre de llevar consigo dos escisiones que engrosarán dos listas rivales y con el desgaste de su presencia en el Govern de Catalunya. En este caso, el doble desgaste de un tripartito del que hasta el mismo Montilla reniega y el rechazo que en parte de los militantes nacionalistas suscita el hecho de haber aupado a la Presidencia de la Generalitat a José Montilla.

No creo que todo ello sea muy justo con ERC, el partido que tras 23 años de dejaciones de Convergència, apretó el acelerador para ir más allá del anterior Estatut; que puso en la agenda catalana las balanzas fiscales, que ha liderado grandes pactos nacionales catalanes, como los de Educación, e Innovación e Investigación; y que ha protagonizado una gran parte de la movilización por las consultas por la independencia. Pero, repito, ERC puede sacar entre 15 y 16 escaños, por lo antedicho y por la inteligente campaña que está haciendo Puigcercós.

Queda por ver qué harán las listas de Carretero y Laporta. Su resultado, como el de Ciutadans, estará muy afectado por el porcentaje de participación. Algo me dice que Laporta tendrá representación parlamentaria, quitando muchos votos a un Reagrupament que dice lo mismo, pero no tiene en Carretero el tirón de Laporta. Yo creo que entre ERC, Laporta y eventualmente Carretero, pueden llegar a sumar los escaños que tuvo ERC en el 2006, es decir, 21.

No todo se debe a los fallos de los adversarios. Artur Mas, muchas veces por encima de Convergència, ha ido tejiendo complicidades fuera de su partido y singularmente a través de la Fundación CatDem. Y a ello se ha de sumar el hecho de que muchos votantes socialistas -algunos con militancia electoral de decenios-, abandonarán el PSC para votar Convergència. No hace falta ser un lince para darse cuenta de que eso es así y de que muchos sectores tradicionalmente socialistas, incluso de la intelectualidad, van a migrar hacia otras posiciones ante el hecho constatable de que el PSC seguirá (por lo menos hasta que pasen estas elecciones) sin alzar la voz ante el PSOE ni votar distinto en Madrid.

Claro que también es verdad que Artur Mas se encuentra con que a veces el enemigo ayuda, y me refiero al PSC. No me equivoqué hace cuatro años, cuando predije que Montilla quedaría a no menos de 10 escaños de Mas. Y en esta selecciones el agujero que los separa puede alcanzar proporciones de socavón. No solamente por todo lo antedicho sino porque, en mi opinión, la orientación de la campaña de Montilla no puede ser más torpe. ¿Cómo es posible que para intentar recoger votos en el votante más PSOE, salga Montilla a renegar del tripartito, que ha sido su gobierno durante siete años? Artur Mas debió ponerse muy contento al escuchar a Montilla; ya no hace falta que CiU haga campaña proponiendo el cambio y dejar atrás el tripartito. Ya lo ha dicho Montilla, adelantándose a CiU. Increíble, pero cierto.

No parecen afectar a Convergència, por otra parte, los escándalos de presunta financiación ilegal, ahora que desde la judicatura se han dado datos que parecen apuntar seriamente en esa dirección. Artur Mas ha ido a lo suyo, sin cometer errores de bulto, y ganando terreno fuera de las líneas de su partido. Pero no mojándose en el tema candente, el de las crecientes aspiraciones independentistas -incluidas las de las bases de CiU- al que se habrá de hacer frente tras el 28-N. Pero ahora están ocupados en ganar, y solamente ERC, Carretero y Laporta hablan abiertamente de independencia. Del "Adeu, Espanya" o, cuando menos, de un nuevo giro en las relaciones Catalunya-España, se empezará a hablar, se quiera o no, con los albores de 2011.