LAS tres décadas largas de restauración paulatina de los derechos que le competen a Euskadi a través del Estatuto de Gernika aprobado en 1979 han permitido construir una estructura de autogobierno que, según la evaluación de la propia sociedad, ha tenido cuatro ejes esenciales para constatar la incidencia de una gestión cercana, por propia y característica, en el bienestar. Sin minusvalorar otros vectores de progreso tanto social como económico durante estas tres últimas décadas, Osakidetza, Euskal Irrati Telebista, Ertzaintza y la educación y el euskera, su recuperación, han sido la evidencia irrebatible de que el aumento de autogobierno incluye prosperidad a través de un mejor servicio a los ciudadanos. Sin embargo, el forzado -por socialmente indeseado e incomprendido- cambio de Gobierno en la CAV a través del Acuerdo de Bases firmado por PSE y PP ha tenido en apenas dieciocho meses un efecto radicalmente contrario en esos cuatro pilares del autogobierno vasco. El malestar interno es ahora común a la Sanidad, el Departamento de Interior y el ente público de radiotelevisión vascos así como en el ámbito de la educación y de la euskaldunización. Y el servicio que todos ellos -asimismo sin menoscabo de otros sectores que también sufren retroceso- prestan a la sociedad se resiente debido a una gestión cuyo único objetivo ha sido el cambio por el cambio, incluso de todo lo que venía funcionando. El aumento de las listas de espera y de la precariedad de medios en Osakidetza, reflejado en las protestas laborales pero sobre todo en la limitación de la atención al ciudadano; la conflictividad sindical y el trasiego de cargos y puestos en la Ertzaintza, traducido en una desazón interna y en una menor presencia debidas a una reestructuración más que cuestionable; la oposición interna a las directrices ideológicas y políticas, pero también escasamente profesionales, en EITB, que han llevado al ente a los peores niveles de audiencia e influencia de su historia; y los intentos de reeducar la educación y limitar la euskaldunización, aun a costa y frente a la opinión de los profesionales de la enseñanza; dan ahora la medida del quebranto que en el autogobierno, y en consecuencia en el bienestar de la sociedad vasca, provoca el discutible desempeño gubernamental del gabinete que preside Patxi López. Quebranto que, al no poder escudarse ya en la gracia que se concede a todo gobierno -ha cumplido más de cinco veces los cien días- y al estar extendido a tantos ámbitos de gestión, no es posible justificar únicamente en la incompetencia y, por tanto, se podría aventurar coincidente con un interés, ocultado pero manifiesto, por disminuir la mayoritaria aceptación social de que el autogobierno es la mejor vía al bienestar, es decir, de minorar la satisfacción por compartir, más allá de ideologías, una identidad que entre sus características posee la de un alto nivel de desarrollo.
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