EL "miembro de la dirección de la izquierda abertzale", tal y como él mismo se autodenomina, Arnaldo Otegi, que acaba de cumplir un año en prisión, ha concedido una larguísima entrevista publicada ayer en la que expone sus reflexiones y ejerce como portavoz de las nuevas tesis oficiales de ese mundo extraídas del debate interno llevado a cabo en sus bases. En primer lugar, conviene señalar que la entrevista -realizada a través de cuestionario- se publica en el diario El País, medio próximo al PSOE y tradicionalmente implacable con la izquierda abertzale, y que está realizada por John Carlin, periodista británico autor del célebre libro El factor humano que narra el proceso del fin del apartheid en Sudáfrica que llevó a Nelson Mandela de la cárcel a la presidencia del país. La densa entrevista -en la que Otegi se niega a responder a seis preguntas directas sobre ETA- no ofrece grandes novedades con respecto al discurso oficial de la izquierda abertzale tradicional en las últimas semanas. Si acaso, Otegi se vuelve a revelar como el indiscutible líder que es, con expresiones bien trabajadas y estudiadas y en apariencia contundentes -"La estrategia independentista es incompatible con la violencia armada", "Si ETA matase mañana, la izquierda aber-tzale se opondría", el impuesto revolucionario y la kale borroka "deben desaparecer" y "merecen el rechazo en términos políticos"- pero que nada añaden a la actual situación. Es más, son reflexiones que suenan a ya escuchadas en otras ocasiones. Algunas, las más matizadas, las hemos oído en otros procesos como el de Lizarra-Garazi o el de Loiola, en periodos de distensión. Otras, las más críticas con la violencia, se han pronunciado en múltiples ocasiones en privado, pero nunca en público. Y ahí radica gran parte del problema. Los dirigentes que, como Otegi, han estado al frente de la izquierda aber-tzale no han tenido nunca la valentía suficiente de decir en público lo que apuntaban en privado y exigir a ETA que abandonara la violencia para siempre. Su responsabilidad es que en este juego perverso la sociedad vasca ha perdido tres décadas envuelta en una espiral de violencia que la ha atenazado. El "largo proceso de maduración" en el que se refugia Otegi para explicar que este paso tenga lugar ahora ha dejado muchos muertos en el camino. Con todo, bienvenido sea, aunque lo que Otegi no dice es si realmente el liderazgo de la izquierda abertzale está en la parte política o sigue en ETA, porque en esta bien estudiada espiral de comunicados y entrevistas dominicales las contradicciones son evidentes entre la parte política y la militar. Es, pues, el momento de pasar de las palabras a los hechos, de que Otegi y los suyos asuman su responsabilidad y dirijan sus esfuerzos hacia ETA, bien para convencerla o bien para plantarse frente a ella. La sociedad vasca no soporta ya más "largos procesos de maduración".
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