Los nuevos retos del nacionalismo
Catalunya y Euskadi vivimos un momento de "anormalidad" que los catalanes esperan superar tras perder una legislatura y nosotros debemos afrontar con la misma actitud con que hace 30 años sacamos a este país de la nada franquista. Dependemos de nosotros mismos.
HACE un año presentábamos en Madrid la Coalición que concurría a las Elecciones Europeas que tuvieron lugar en junio. En aquel encuentro con los representantes de CiU, leíamos sorprendidos los alegatos que tanto PSOE como PP hacían en favor de una Europa plural, respetuosa con la diversidad cultural y lingüística. La pregunta que nos formulábamos, retórica por supuesto, era ¿por qué estos dos partidos propugnan para Europa lo que no admiten para el Estado?
Lo hemos recordado este pasado martes en el encuentro organizado por Joventut Republicana, CdC y la Gran Casa del Catalanismo en Lleida para analizar el futuro del nacionalismo. Y lo hemos hecho en una semana en la que ha vuelto a aplazarse la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya. Una sentencia atascada precisamente por el cuestionamiento de dos de sus pilares, como son la nación y la lengua, catalanas por supuesto, ya que no son las españolas las que están en cuestión.
En Catalunya, los partidos políticos, a excepción del PP, reivindican la vigencia del Estatut aprobado hace ya más de tres años, y a su vez algunos se unen para solicitar una renovación urgente del Tribunal Constitucional. Pero en Madrid prefieren mantener el tema pendiente, lo que significa mantener la espada de Damocles sobre el Estatut. Se mantiene el cuestionamiento tácito tanto de la nación como de la lengua catalana, y con ello el cuestionamiento de la realidad plural tanto nacional, como cultural y lingüística del Estado.
Tanto Catalunya como Euskadi vivimos un momento político de anormalidad, pese a que algunos en Euskadi digan que con ellos ha venido la normalidad. En ambos casos el partido político con mayor respaldo social, claramente ganador de las elecciones, ha sido apartado del Gobierno por una coalición ad-hoc, unida más por el ansia de llegar al poder que por el acuerdo en torno a un nuevo proyecto común para la comunidad. La unión entre PSE y PP en la Comunidad Autónoma de Euskadi, junto con el episodio de la Comunidad Foral de Nafarroa, causa "estupor y temblores" en Catalunya, pero también se nos recuerda que los partidos gobernantes allí, los progresistas, ni siquiera fueron capaces de ponerse de acuerdo sobre el respaldo al nuevo Estatut.
Catalunya afronta el tramo final de una legislatura perdida, que no ha dado frutos políticos -la espada sigue pendiente-, pero tampoco económicos ni sociales. CiU tiene la convicción de que va a lograr el respaldo electoral suficiente para relanzar nuevamente un proceso de construcción nacional en Catalunya. Y en relación a Euskadi, los catalanes se sorprenden del proceso de debilitamiento progresivo al que el vacuo Gobierno López está sometiendo a nuestro autogobierno.
La impresión que compartimos es de optimismo ante el futuro. Durante 30 años hemos sido capaces de activar un sólido proceso de autogobierno, un proceso de construcción nacional acompasado al de la construcción social. Hemos vivido el crecimiento y desarrollo institucional en Educación y Cultura, Política Social, Medios de comunicación, Sanidad, Acción exterior, Política lingüística? En sólo 30 años hemos construido, no todavía el que queremos pero, sí, hemos construido un país que funciona, partiendo de la nada franquista. Podemos afirmar que hoy Euskadi y Catalunya son dos realidades nacionales más que nunca. La consecuencia política de esta incuestionable realidad social es que el Estado se ha puesto en guardia y está queriendo echar el freno. Sus dos grandes partidos han decidido cerrar definitivamente la transición constitucional. Añoran la España una y uniforme y me da la impresión de que no vamos a oír hablar más del Estado plural.
Ante esta realidad, nuestra actitud debe ser la misma que hace 30 años, nuestra misión sigue siendo construir la nación día a día, desarrollando y fortaleciendo nuestras instituciones y nuestro autogobierno. Y hoy tenemos una ventaja adicional, vivimos en el "mundo plano" que, como ya he apuntado en alguna otra ocasión, describe Thomas Friedman, y nos va a resultar más favorable este nuevo mundo sin fronteras, que el anterior con fronteras.
En este proceso contamos además con la ventaja del camino recorrido, un camino que, ahora que se cumplen treinta años de vida del Parlamento Vasco, es político pero también social, económico y cultural. Es un camino irreversible, sin retorno, porque la sociedad ha conocido en primera persona las ventajas del autogobierno. Esta sociedad es la que a nosotros nos corresponde liderar para alcanzar los objetivos que nos proponemos: profundizar en el autogobierno, reforzar las instituciones, tener voz en el mundo, impulsar la lengua y la cultura propias. En suma seguir construyendo la nación vasca y la catalana.
El primero es el reto del progreso de la nación. Este reto incluye la innovación para el impulso de la economía y una sociedad altamente competitiva en un mundo globalizado; el logro de la cohesión y el bienestar a través de las políticas sociales con un modelo de protección social económicamente viable; el impulso de la cultura como referente de nuestra personalidad e identidad también internacionalmente; y el reto de la sostenibilidad para contribuir a la preservación del medio ambiente con un desarrollo económico y social equilibrado.
El segundo reto es la socialización de la realidad nacional. El tiempo corre a nuestro favor, porque la sociedad catalana o vasca no admiten una marcha atrás en las cotas de autogobierno alcanzadas. Socializar significa lograr adhesiones, y las conseguiremos con un modus operandi que se demuestre eficaz, que demuestre que responde, desde la cercanía y la complicidad, a las necesidades de los ciudadanos profundizando en nuestros objetivos y el proyecto que para ello ofrezcamos.
Y el tercer reto es el político, un reto en el que el nacionalismo cuenta con la solidez y claridad de sus principios. Desarrollar plenamente nuestro autogobierno y vivir en paz y libertad. El reto es saber adaptarnos a la nueva realidad global en que vivimos. Nuestro ideario, nuestros principios, tienen vigencia, la cuestión es tener la capacidad de actualizarlos y aplicarlos a un escenario que ha cambiado, que hoy es global.
¿Es fácil, es difícil? Lo importante es que sólo depende de nosotros mismos, porque seremos nosotros, los vascos y los catalanes, quienes tomemos las decisiones de futuro de nuestro pueblo. El historiador Arnold Toynbee afirma que "la civilización es la respuesta de un grupo humano a los desafíos naturales y sociales". Este es nuestro horizonte, nuevas respuestas a los nuevos retos. Siguiendo con Toynbee, "la civilización crece cuando la respuesta a sus desafíos tiene éxito y estimula nuevos desafíos". Euskadi y Catalunya hemos tenido éxito y nos sentimos estimulados por los nuevos desafíos. Larga vida por tanto al nacionalismo en Catalunya y en Euskadi.