Reforma laboral y crisis
La repentina urgencia mostrada por el Gobierno para presentar avances en las negociaciones del diálogo social parece tener su origen en el fracaso de la "comisión Zurbano" y el intento de lograr un pacto de Estado con la oposición
EL fracaso, al menos en cuestiones de imagen, de la operación que el Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero diseñó en torno a la denominada comisión Zurbano, parece estar en el fondo de la urgencia repentina del Ejecutivo español por lograr, o al menos presentar, algún tipo de acuerdo en el marco de otra mesa de diálogo, la que viene manteniendo abierta desde hace meses y sin éxito con la patronal y los sindicatos. El anuncio efectuado ayer por el ministro de Fomento, José Blanco, sobre la propuesta que el Gobierno pretende trasladar hoy a los citados agentes sociales sobre la reforma laboral, no es sino un modo de ofrecer a la opinión pública un horizonte distinto al de la fallida comisión dentro del mismo plano de las hasta ahora inexistentes o inadecuadas políticas económicas del Ejecutivo socialista. Sin embargo, ese intento ha desvelado en primer lugar la inconsistencia y divergencias internas del Gobierno y, a consecuencia de las mismas, los verdaderos y tímidos avances que se han dado, realmente, en las negociaciones. Tanto es así que el propio ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, optó por minimizar la importancia de lo anunciado por Blanco al reducirlo a "un documento de síntesis" que se presentará además en un segundo nivel de interlocución (a los secretarios de Acción Sindical de CC.OO. y UGT, Ramón Górriz y Toni Ferrer, y el secretario general de la CEOE, José María Lacasa) y que, en cualquier caso, no será el definitivo. Así las cosas, la gran novedad de ese documento "de síntesis" no pasaría de ser la confirmación de la apuesta de Zapatero por extender el contrato con 33 días de indemnización por despido improcedente frente a los 45 de los contratos indefinidos ordinarios y alguna rebaja muy limitada en las cotizaciones sociales con las que el Gobierno pretendería contentar a los empresarios, aspectos ambos que ya se reflejaron en cierto modo cuando se presentó el último documento de negociación el pasado 5 de febrero. En definitiva, el acuerdo sobre la reforma laboral está mucho más lejos de lo que ha pretendido hacer ver José Blanco en un intento, harto conocido por reiterado, de utilización mediática por parte del Gobierno socialista con el fin de paliar las consecuencias para su imagen pública de las evidentes carencias en el diseño y puesta en práctica de políticas ante la complicada situación económica. En el mismo sentido, las palabras de Blanco anunciando de nuevo el principio del fin de la crisis y la creación de empleo en apenas unos meses quizás tengan alguna base estadística, pero contrastan asimismo con las advertencias y solicitudes de prudencia surgidas de los organismos internacionales y de los informes de los expertos tanto respecto al futuro inmediato de la economía en el Estado español como en cuanto al repunte que parece haberse iniciado en la economía global.