Gobernar no es llegar al gobierno
El primer año del acuerdo entre PSE y PP evidencia que la sola coincidencia en el constitucionalismo español es más que insuficiente para ejercer una apropiada gestión desde el Ejecutivo, lo que agudiza la ya inicial discrepancia de la sociedad
HOY hace un año, Antonio Basagoiti y Patxi López, el PP y el PSE, firmaban el Acuerdo de Bases para el Cambio que permitió al segundo, con el apoyo de los populares, desoír la opinión mayoritaria de la sociedad vasca, obviar el claro triunfo del PNV y Juan José Ibarretxe en las elecciones de un mes antes y desalojar al nacionalismo del Gobierno vasco. Ya entonces, la visible incongruencia de la entente entre dos partidos a los que ideológicamente y en principio sólo les unía su constitucionalismo español y su dependencia de Madrid, donde sin embargo se enfrentaban y enfrentan a diario en el ámbito de la política estatal, anunciaba que la discrepancia entre aquellas Bases y la sociedad, evidenciada en las elecciones y posteriormente confirmada por las sucesivas encuestas, se trasladaría, lógica y obligatoriamente, a la labor de gobierno y, por tanto, dificultaría una gestión que se adivinaba ya mediatizada por los problemas en la conformación del gabinete de López y la escasa experiencia institucional de sus miembros. Estos doce meses no han venido sino a confirmar todos esos extremos. Es hasta posible, aunque no probable, que como apuntaban ayer Basagoiti y el secretario de los socialistas alaveses, Txarli Prieto, PP y PSE consideren que el pacto, en sí mismo, se haya visto "fortalecido" tras un año flotando en su propia incoherencia; pero la unidad de acción del Ejecutivo y su "socio preferente" se ha limitado a la investidura, a la aprobación de los presupuestos y a hechos puntuales amén de las discrepancias pactadas de antemano en el propio Acuerdo de Bases y de la política de símbolos, de sustitución de símbolos habría que decir, que ambos comparten en contra del sentimiento mayoritario de la ciudadanía. De hecho, hasta en la política antiterrorista, en la que el blindaje de la relación era incluso anterior, han sido incapaces de ocultar cierta tensión como se ha hecho patente a raíz de las últimas declaraciones de Jaime Mayor Oreja, evidenciando que el único motor del acuerdo era la razón de Estado de arrebatar al nacionalismo el poder en las instituciones de la CAV en una operación política que aún no ha concluido. Sin embargo, quizás lo más relevante de este último año es que los socialistas han sido incapaces de limitar la incidencia de ese pecado original del acuerdo en su gestión, lo que se traslada negativamente a ámbitos tan cruciales como las políticas económicas del Ejecutivo López, la ausencia de políticas económicas más bien, tan notoria en tiempo de crisis que no ha podido ser soslayada ni siquiera por el PP, cuya presión además lastra a los socialistas en áreas como la Educación, la Política Lingüística, la Acción Social... y les aleja paulatina y constantemente de la mayoría de la sociedad. Porque gobernar no es lo mismo que alcanzar el gobierno.