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El Gobierno impedido

La remodelación en la Consejería de Industria incide en las dos principales carencias que han llevado al Ejecutivo López a los niveles más bajos de confianza: la falta de conexión con la realidad y los problemas de cohesión interna

La remodelación de altos cargos en la Consejería de Industria, la tercera en el Gobierno que preside Patxi López tras las efectuadas anteriormente en los Departamentos de Empleo e Interior, y el malestar provocado en el sector tecnológico por el resultado de la misma, la recolocación del ya ex viceconsejero de Innovación Pedro Hernández al frente de lo que se pretende una aceleración en el proceso de unificación de los centros vascos, incide en las dos principales carencias que han llevado al Ejecutivo a los niveles más bajos de confianza de la historia del Gobierno vasco: la falta de conexión con la realidad de Euskadi y los problemas de cohesión interna derivada de su propia génesis. La primera de ellas se evidencia en la severa incomodidad producida en la Corporación Tecnalia y su entorno por una decisión para la que no se ha consultado a los órganos de gobierno de una entidad de derecho privado aunque con participación gubernamental. Una decisión que ha ignorado la acogida y efectos que tendría en el sector tecnológico vasco y que lleva ya a aspectos tangibles la imposición iniciada por el Gobierno López en el terreno de lo simbólico. La segunda carencia se hace patente en los motivos que han llevado al consejero de Industria, Bernabé Unda, a buscar una salida a Pedro Hernández apenas medio año después de su nombramiento tras un proceso de creciente distanciamiento que no es ajeno a los serios problemas que encontró López a la hora de encontrar consejeros independientes tras su pacto con el Partido Popular. Sin embargo, esa falta de conexión con la realidad social de Euskadi y la ausencia de cohesión interna no se limitan al área de Industria ni sus consecuencias concluyen con los cambios que han afectado a ocho altos cargos del Ejecutivo en siete meses. En el mismo Consejo de Gobierno que preside López hay serias dudas, e incluso divergencias, sobre el camino elegido por éste para acceder a Ajuria Enea, dudas y divergencias que se extienden al propio organigrama del PSE y, por supuesto, tal y como reflejó el Euskobarómetro, a las bases socialistas; dudas y divergencias agravadas por la falta de consistencia en el discurso y por el nivel de incertidumbre que todo ello genera en una acción de gobierno por lo demás inconcreta y, en muchos casos, inexistente. Y es esto último lo que provoca una grave alarma. Euskadi, la sociedad vasca, aquella "ciudadanía" vasca a la que aludió López al tomar posesión, quizás pueda soportar aunque con un legítimo y de momento contenido grado de crispación el ataque a símbolos que considera propios y a unas señas de identidad -sí, de identidad- mayoritarias; pero no puede permitirse que dicho ataque sea, además del único objetivo del acuerdo PSE-PP y del gobierno resultante, en sí mismo un impedimento incluso a la más imprescindible labor gubernamental.