Vidarte, garantía para Guggenheim Urdaibai
Las acusaciones de deslealtad de los socialistas al director del Museo tratan de minar el prestigio de un profesional que defiende el plan estratégico para la pinacoteca y su ampliación a Urdaibai, aprobada por unanimidad en su Patronato
tODA la artillería socialista arremete estos días contra Juan Ignacio Vidarte. Le acusan de deslealtad con el Gobierno Vasco, a quien debería obediencia en su condición de socio fundador del Museo Guggenheim Bilbao. Las mismas descalificaciones lanzadas por Blanca Urgell o Txarli Prieto son ahora utilizadas por Patxi López contra el director de uno de los museos más exitosos de Europa. Probablemente, los socialistas están acostumbrándose a la docilidad de otros directores, en teoría profesionales e independientes, que no tienen empacho en obedecer orientaciones que en la práctica suponen significativas pérdidas de audiencia disfrazadas de éxito. Antes y ahora, Juan Ignacio Vidarte, desde su profesionalidad e independencia política, ha defendido los intereses del Museo Guggenheim y, por ende, de Bilbao y Euskadi. Vidarte fue junto a Juan Luis Laskurain y Jon Azua uno de los pocos visionarios vascos que creyó en el proyecto hace dos décadas. Ahora defiende un plan estratégico aprobado por el patronato de la pinacoteca bilbaina. Una apuesta de futuro que contempla como prioritaria su ampliación en discontinuidad. Hace veinte años, desde un supuesto progresismo anti yanqui, conspicuos intelectuales de izquierdas arremetieron contra la puesta en marcha del museo. Como suele ser habitual en nuestro país, surgieron plataformas de recogidas de firmas contra el imperialismo cultural de EE.UU. que, de la mano del PNV, pretendía arrumbar con los signos de identidad del arte vasco. Algunos de aquellos intelectuales progres son quienes mandan en el Departamento de Cultura del Gobierno López, aunque no se atrevan a decir en público lo que confiesan en privado: su animadversión a que el edificio de Abandoibarra siga yendo de la mano de la marca Guggenheim en 2013, cuando toque firmar la renovación del convenio. La única virtualidad del museo para artistas vascos que propugnan los socialistas -que con anterioridad presentaron con bombo y platillo para Basauri- pasa por poner en valor el Bosque de Oma de Agustín Ibarrola. Hace dos décadas desde el "pazguato aldeanismo" del PNV se defendió, en aquellos años grises tras la reconversión industrial, aquella iniciativa liderada inicialmente por la Diputación de Bizkaia y que muy pronto contó con el apoyo del lehendakari Ardanza y del Ayuntamiento de Bilbao. A trancas y barrancas se llegó a un acuerdo con el también gobernante PSE, aunque las dimensiones del proyecto fueron lamentablemente reducidas. Hoy, también azotados por la crisis, desde la Diputación deben hacerse todos los esfuerzos posibles para sacar adelante este nuevo proyecto, motor para Bustuarialdea, Bizkaia y Euskadi. Como hace dos décadas, contar al frente con un profesional de la capacidad de Vidarte es una garantía de éxito. Este país no puede permitirse estériles intentos socialistas por cobrarse la pieza de caza mayor (Guggenheim Urdaibai) ni la de caza menor (Juan Ignacio Vidarte).