LA denominada izquierda abertzale histórica o ilegalizada dio a conocer el sábado su anunciada propuesta para la apertura de un "nuevo proceso", basada en la acumulación de fuerzas independentistas. Tras la tradicional expectación despertada y con la carga simbólica que este mundo ideológico gusta de imprimir a sus actos -aniversario de la propuesta de Anoeta, elección de Altsasu, cuna de Herri Batasuna, como escenario, toda la parafernalia al uso, presencia de los dirigentes históricos que no están encarcelados, etc.- su anuncio ha sido acogido por todos los partidos con tanta frialdad como decepción. Era un secreto a voces que los dirigentes de la izquierda abertzale estaban -están aún- buscando una formulación válida que les permita sortear la implacable Ley de Partidos y recuperar la legalidad perdida por su inaceptable actitud ante la violencia de ETA. Les urge, toda vez que su ausencia en las próximas elecciones municipales y forales de 2011 les dejaría en la práctica absolutamente fuera de todas las instituciones, incluidos los ayuntamientos, donde conservan importantes cotas de representación y poder, al menos allí donde los intereses partidistas del PSOE les permitieron presentarse. Este "primer paso para el proceso democrático" presentado el sábado ha causado una inusual pero entendible coincidencia de análisis e incluso de expresiones en la valoración que del anuncio han hecho los diferentes partidos políticos. No es que a estas alturas se esperara gran cosa de una supuesta propuesta de la izquierda radical. Pero es que el mundo de Batasuna, acorralado por los jueces, expulsado de las instituciones, clandestinizado y repudiado por la amplia mayoría de la sociedad vasca es ya demasiado previsible en sus planteamientos y, como subrayaron ayer varios dirigentes políticos, carece de credibilidad alguna. La coincidencia en que esta enésima propuesta que presuntamente abriría un también enésimo proceso histórico para la resolución del conflicto vasco no es creíble para los partidos democráticos. Y no lo es por la sencilla razón de que estos nuevos cantos de sirena de la izquierda radical no contienen ni la letra ni la música que toda la sociedad demanda, es decir, el desmarque sin matices de ETA. Batasuna no tiene otra opción que convencer a ETA o plantarse ante ella y decirle, al unísono con la ciudadanía vasca: hasta aquí hemos llegado. No tiene otra salida, porque no se le va a aceptar. La última oportunidad que tuvo ese mundo de "negociar" -en un proceso abierto en Anoeta, por cierto- la dinamitó ETA cuando voló la T-4. Ahora, la izquierda abertzale no tiene más opción que alejarse clara y definitivamente de ETA e iniciar un nuevo camino sin violencia, evitando así dilapidar de un plumazo y sin resultado alguno años de lucha, cárcel y mucha sangre derramada por su propia militancia.
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