La tristeza y el temor reinan entre los residentes de Mezzeh 86, quienes en su mayoría, no confían en el nuevo Gobierno sirio ni en sus acciones para esclarecer la violencia sin precedentes ocurrida en las provincias costeras del país en los últimos días que ha dejado –según denuncian diversas organizaciones– centenares de civiles alauitas muertos a manos de las autoridades.

Mezzeh 86 es un distrito ubicado al suroeste de Damasco y de mayoría alauita, una rama del islam chii practicada por entre el 10% y 12% de la población de Siria, fundamentalmente en las provincias occidentales de Latakia y Tartús.

El pasado jueves, un ataque masivo y coordinado de remanentes del régimen de Al Asad en esa zona contra fuerzas oficialistas desató una respuesta militar del nuevo Gobierno, que derivó a su vez en muchos casos de “ejecuciones sumarias de base sectaria” contra la población alauita.

La ONU ha verificado la muerte de al menos 111 personas en esos asesinatos, si bien otras organizaciones como el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, eleva la cifra de víctimas a 1.383.

VIVIR EN PAZ

“Pese a todo el terror y la tristeza que siento, solo la gente de Latakia puede contar lo que han vivido”, dice una de las vecinas del barrio, quien pide no ser identificada por temor a futuras represalias, y añade antes de romper en lagrimas que “queremos vivir en paz, nuestras familias están allí”.

Otro de los vecinos de Mezzeh 86 dice que los sucedido “es el genocidio de una etnia y una ejecución sin acusación ni delito directo por parte de ninguno de los alauíes asesinados allí” y añade que “no necesita explicaciones, todos hemos visto las imágenes”, haciendo referencia a los numerosos videos virales que han compartido los propios perpetradores de los crímenes por diversos canales.

Ante la violencia, el presidente interino sirio, Ahmed al Sharaa, anunció la formación de un comité “independiente” para investigar las “violaciones contra civiles” cometidas por sus propias fuerzas, un comité que ha prometido “nadie escapará del castigo” si se comprueban los hechos.

Eso es algo que los alauitas del barrio no acaban de creer, y lo perciben como una manera del gobierno de limpiar su imagen hacia la opinión pública internacional

“Nadie tiene el derecho de decidir quien debe morir sin ningún tipo de responsabilidad” explica una joven alauita de la zona y añade que “solo queremos seguridad, seguridad y protección, si no tenemos eso, la situación irá a más”.

Desde hace diez días, en la entrada del barrio se encuentran desplegadas varias unidades de las fuerzas de seguridad sirias para prestar protección, medida extendida a todos los barrios de minoría alauita en Damasco y sus alrededores.