Ucrania negocia ahora con Estados Unidos el suministro de misiles de largo alcance para poder golpear la retaguardia enemiga y frustrar la esperada ofensiva general de Rusia, que acusa a la OTAN de buscar su derrota estratégica con el nuevo armamento para Kiev. “Cada fase de la guerra requiere cierto tipo de armas. Ya existe una coalición de tanques. Ya hay conversaciones sobre misiles de largo alcance y suministro de aviones de combate”, aseguró ayer Mikhaylo Podolyak, asesor presidencial ucraniano, en Twitter.

Después del compromiso occidental de enviar más de un centenar de tanques y carros de combate, Kiev ha pedido ahora misiles de hasta 300 kilómetros de alcance, con los que podría golpear incluso territorio de la anexionada península de Crimea.

 El presidente de EE.UU., Joe Biden, hablará en breve sobre armamento con el líder ucraniano, Volodímir Zelensky, al que ya negó, por el momento, la entrega de los cazas  F-16. Con todo, Washington anunciará en breve otro paquete de 2.200 millones de dólares en ayuda militar para Kiev, según informaron el miércoles medios internacionales.

 Kiev recibirá misiles con 150 kilómetros de alcance (GLSDB), además de equipos para los sistemas antiaéreos Patriot, munición de alta precisión y misiles antitanque Javelin. Lo que no recibirá Ucrania son los ATACMS, misiles que pueden golpear objetivos a casi 300 kilómetros de distancia.

Al respecto, la Inteligencia Militar ucraniana resaltó que los arsenales del Ejército ruso se encuentran ahora a sólo 80-120 kilómetros de las posiciones de Kiev. Para lanzar un ataque contra ellos, Ucrania necesita artillería de largo alcance”, explicó su portavoz, Vadim Skibitski, al canal CNN.

Subrayó que dichos misiles, además de tanques y blindados, son fundamentales para que Kiev pueda lanzar una “rápida contraofensiva” antes de que las tropas rusas concluyan sus fortificaciones defensivas.

Postura rusa

Moscú, sin embargo, asegura que la “operación militar” en Ucrania continuará. Así lo corroboró ayer el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. “Esto nos exigirá esfuerzos adicionales, pero no cambiará la marcha de los acontecimientos, ya que la operación militar especial continuará. Por supuesto, todo esto nos crea unas condiciones muy especiales, unas condiciones hostiles, que nosotros no podemos no tener en cuenta”, afirmó durante su rueda de prensa telefónica diaria. Peskov denunció que “toda la infraestructura militar de la OTAN trabaja contra Rusia”, incluido sus aviones de reconocimiento y satélites. 

Mientras, las tropas rusas han logrado avanzar más de lo esperado en el Donbás, en gran medida gracias al despliegue después de varios meses de pausa de fuerzas convencionales, que estarían sustituyendo a los mercenarios de la compañía Wagner. Los mercenarios podrían ser enviados ahora a las regiones de Zaporiyia y Jersón, que tampoco son controladas en su totalidad por Moscú.

El estadounidense Instituto de Estudio de la Guerra no descarta una retirada de las tropas ucranianas del bastión de Bajmut, en cuyas inmediaciones los rusos han tomado varias localidades.