En una simbólica ceremonia, la convención que redactó la propuesta de nueva Constitución de Chile presentará hoy el texto final a la ciudadanía, que tendrá hasta el próximo 4 de septiembre para decidir si lo aprueba o rechaza en un plebiscito obligatorio.

En el excongreso nacional, el órgano hará entrega del proyecto al presidente de Chile, Gabriel Boric, cerrando así un capítulo que pasará a la historia del país.

Los chilenos tendrán dos meses para decidir en un referéndum si están satisfechos con la propuesta. Los ciudadanos tendrán que elegir si aceptan esta primera Constitución que nace de un proceso plenamente democrático en la historia del país, o si prefieren mantener la actual, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

Cerrando un capítulo

Hace un año que se instaló y comenzó a trabajar a contrarreloj la convención constituyente, la primera paritaria del mundo y conformada por 155 personas elegidas en las urnas.

El grupo concluyó el pasado 28 de junio el texto, que consta de 390 artículos orientados a “engrosar los derechos sociales y a responder a las demandas de igualdad” que emanaron de las masivas protestas sociales de 2019.

El académico Agustín Squella mostró ayer su satisfacción con el resultado y señaló que “el texto es, en general, mejor que la media de las constituciones del continente”.

“Lo más relevante es su orientación, porque declara por primera vez a Chile un Estado social y democrático de derecho” señaló Squella.

La politóloga de la Universidad de Chile Julieta Suárez-Cao destacó que la convención haya concluido su trabajo en el plazo establecido con un texto respaldado por dos tercios de la convención, y señaló que la propuesta es “muy innovadora”.

El proyecto, afirmó, se aleja de lo que fueron “las constituciones latinoamericanas de principios de siglo, que concentraban mucho poder en el Ejecutivo” y logra “fortalecer el Congreso y dar voz a las regiones”.

Un país polarizado

El derecho al aborto, crear un sistema de seguridad social o más autonomía para los pueblos indígenas son algunas de las propuestas más innovadoras del texto, que ha sido enormemente elogiado por el progresismo pero tildado de “partisano” o “indigenista” por los conservadores.

“Chile ha tenido delante una oportunidad tremenda, pero la ha malgastado. Hoy en día estamos ante un texto sesgado que no representa la mayoría”, opinó por su parte Hernán Larraín, uno de los rostros del centro derecha chileno.

Larraín destacó que este texto deja a Chile “en una situación comprometida y más polarizada que nunca”.

Los principales sondeos anticipan una amplia división a la hora de aceptar o no esta propuesta; durante meses dieron por vencedora la opción de aprobar la nueva Carta Magna, pero hace pocas semanas modificaron la tendencia para otorgar ventaja al rechazo.

SIGUE LA POLÉMICA

Valentina Rosas, analista de la Universidad Católica, subrayó que el proceso comenzó con un alto apoyo por el “tremendo anhelo de cambio general que había en el país”, pero “la controversias y críticas concretas contra ciertos constituyentes” hicieron que el apoyo fuera mermando.

La última polémica se produjo la semana pasada, cuando el conservador Hernán Larraín denunció un supuesto cambio sin consultar en uno de los artículos, cambiando el concepto “naciones preexistentes al Estado” por el de “naciones indígenas”.

A raíz de esta acusación, el sábado pasado un grupo de 41 representantes de la derecha envió un oficio en el que se exigía que se publicara con celeridad el texto final y se certificara el fin de las votaciones.

El 4 de septiembre será la primera votación con sufragio obligatorio desde que se estableció el voto voluntario en 2012.

“Confiamos en que el camino de cambios lo podamos concluir en un hito histórico marcado por una alta participación”, dijo el sábado la portavoz de Gobierno, Camila Vallejo.