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Francia revive el terror tras el atentado de Estrasburgo

Un amplio dispositivo de búsqueda intenta cercar al terrorista de EstrasburgoEl agresor, de 29 años, mató a dos personas y dejó a otra en muerte cerebral

Francia revive el terror tras el atentado de EstrasburgoEFE

Estrasburgo - La búsqueda en Francia de Chérif Chekatt, que este martes mató a dos personas en Estrasburgo y dejó a otra en muerte cerebral en un atentado terrorista, movilizó ayer a más de 700 agentes de policía, con un control reforzado en esa ciudad y en las fronteras. El cerco tiene a la capital alsaciana sometida a un amplio despliegue policial, un día después de que ese hombre, nacido en ella hace 29 años, sembrara el terror con un arma automática y un cuchillo.

La Policía Nacional implicó en su localización a los ciudadanos, con un llamamiento a posibles testigos y difundió en Twitter una foto del joven. Destacó que mide 1,80 metros y tiene una corpulencia normal, y pidió no intervenir directamente, sino llamar al teléfono facilitado.

Chekatt atacó a varios viandantes y, posteriormente, se enzarzó en un tiroteo con cuatro militares del dispositivo antiterrorista Sentinelle que patrullaban por la zona, que respondieron y le hirieron en un brazo, sin lograr detenerle. El presunto terrorista consiguió escapar también de un grupo de agentes con el que se cruzó al bajar del taxi a cuyo conductor obligó a dirigirse a su barrio, Neudorf.

Contribuyó a identificarle que hubiera confesado al conductor haber disparado y matado “a diez personas” y que le contara que la policía había registrado esa mañana su domicilio y había hallado una granada, según relató ayer en Estrasburgo el fiscal antiterrorista de París, Rémi Heitz, que confirmó el carácter terrorista del acto.

Según señaló ayer el ministro del Interior, Christophe Castaner, tres civiles trataron de detenerle poco antes de que la noche del martes huyera del centro de la ciudad, y uno de ellos resultó herido con un arma blanca. El perfil ofrecido por las autoridades judiciales retrata a un hombre que ha sido condenado 27 veces por delincuencia común y ha pasado dos veces por cárceles francesas, además de otras en Suiza y en Alemania, país que lo expulsó en 2017 a Francia, que lo había reclamado.

Aunque desde pequeño comenzó a delinquir y de adolescente fue un habitual de las comisarías, según un sindicalista policial, se atribuye a su paso por prisión su radicalización islamista y la práctica de un proselitismo religioso. Sus motivaciones para pasar al acto, no obstante, siguen siendo desconocidas. Según algunos testigos, profirió proclamas como “Allahu akbar” (”Alá es el más grande”) durante su recorrido por Estrasburgo.

Más allá del Estrasburgo de los turistas Chérif C. vivía hasta ahora en la quinta planta de un humilde y sobrio edificio en la calle Tite-Live del barrio de Hohberg, un Estrasburgo que no tiene nada que ver con el que muestran las guías turísticas. Se trata de un barrio dormitorio a las afueras de la ciudad, poco iluminado y sin anchuras, que estaba especialmente desapacible ayer tras lo sucedido. De las casas no salía nadie, solo entraba gente de vez en cuando rápidamente y para evitar a los periodistas. La mayoría eran personas que regresaban de trabajar o recoger a los niños.

A escasos 50 metros del portal donde vivía está la guardería Liliane, donde conviven pequeños de distintos origen a juzgar por las banderas francesas, marroquíes o turcas que los niños han pitando en una de las paredes que se ven desde la calle. También a poca distancia del inmueble había algunos jóvenes faltando a clase para disfrutar del triste momento de gloria de un barrio que nunca antes había salido en las noticias y “presumir” de que habían visto al presunto terrorista por la zona.

Entre los vecinos, Eddy, pintor y cabeza de familia que aunque vive solo un piso por debajo del presunto terrorista, ayer no entendía tanta expectación mediática. “Este es un sitio normal. Ayer, sí, me enteré de lo sucedido, pero hoy -por ayer- ya me ven, he ido a trabajar normalmente”, explicó señalando las manchas de pintura en su uniforme.

Abdel, taxista, nacido en Estrasburgo de padres marroquíes, mostraba su preocupación porque su barrio, “un lugar tranquilo, como cualquier otro de Estrasburgo hasta ayer -por el martes-, ahora empiece a tildarse de barrio salafista”. “Sí, voy a la mezquita y rezo, pero qué tiene que ver ser musulmán con ser terrorista”, dijo algo enojado por el discurso que “lanzan las cadenas de televisión francesas de extrema derecha”. El joven, que ha heredado la profesión de su padre, explica que ayer trabajó hasta la madrugada para ayudar a evacuar a personas del centro, pues los transportes públicos dejaron de funcionar tras el incidente.

También Nadia, de 37 años, que ayer tarde regresaba con sus dos hijas a casa, la misma donde vivía el presunto atacante, quiso destacar la poca conflictividad de un barrio donde aseguró que existe “enorme integración de todas las comunidades”.