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Muni Jensen: “Trump tiene las siete vidas del gato; cuando crees que está caído, resucita”

Analista política desde Washington para televisiones en español, Muni (Cali, 1971) presentó en Bilbao ‘Trump, el triunfo del showman’, el libro que escribió con Manuel Erice

Muni Jensen: “Trump tiene las siete vidas del gato; cuando crees que está caído, resucita”Jose M.M.

BILBAO - Politóloga experta en Estudios Latinoamericanos por la Georgetown University, Jensen es asesora para América Latina de Albright Stonebridge Group. El pasado jueves participó en la Sociedad Bilbaina en la comida-coloquio organizada por la Asociación Mujer Siglo XXI para presentar el libro póstumo del periodista navarro Manuel Erice, fallecido recientemente, en cuya elaboración colaboró. El entrañable acto, presidido la procuradora, Carmen Miral, sirvió de merecido homenaje a la figura de Erice, al tiempo que dibujó de primera mano la política de Estados Unidos con un showman al frente.

¿Diría que en España la política se vive más intensamente que en otros países? ¿Es politiqueo o pasión?

-Hoy en día la política se vive con más pasión en todo el mundo. En los últimos treinta años se ha generado un especial involucramiento de la ciudadanía con la política; muchas veces vestida de descontento. Me llama la atención lo mucho que conocen en España de la política de Estados Unidos y que actualmente todo el mundo hable de Bolsonaro de Brasil. Ahora hay más curiosidad y tiene que ver con el acceso a la información.

¿Por qué un libro sobre Trump? ¿Tal vez porque es un típico modelo de político ‘showman’?

-Fue idea de Manuel Erice, que llevaba su corresponsalía para ABC en Washington. Fue uno de los pocos periodistas, amigos, conocidos y allegados que predijo la victoria de Trump. En octubre me planteó la idea de hacer un libro sobre la victoria de Trump. El libro quedó en suspenso, pero el día de su elección se aseguró su existencia y hoy (por el pasado jueves) se enmarcan dos años exactos desde que empezamos a escribirlo. Sin su victoria no habría libro. Trump es un titular diario todos los días dentro y fuera de Estados Unidos.

¿Diría que Trump ha llevado en exceso la política a las vidas familiares, laborales, de relaciones sociales y económicas de los americanos?

-Sí. Creo que los votantes ahora miran no solo los planteamientos de la política económica en términos de sanidad, educación... sino el carácter de las personas y a lo que se dedican en un mundo donde todo es público, está en las cámaras, grabado. Ese énfasis en estudiar el carácter de los políticos se ha llevado a unos límites donde solo se revelan los detalles personales y no se enfoca suficientemente sobre las políticas.

Este exceso de pasión puede impedirnos ver la solución o aceptarla porque la propone el oponente.

-En el Gobierno de Estados Unidos ahora pasa una cosa que diría que también en el mundo; se da mayor énfasis en lo que dicen los presidentes que en lo que hacen; lo que hay es una declaración y réplica y los partidos se enzarzan tratándose de destruirse a sí mismos, no construyendo sinergias y planes en favor de los votantes. Eso lo perciben los votantes y hay un gran nivel de descontento en Estados Unidos con las instituciones.

Trump a la cabeza, pero le siguen Orbán, Salvini, Le Pen, Bolsonaro... La extrema durecha pujante en Austria, en Suecia, en Italia y en España con Vox, ¿son anécdota o nos deberíamos ocupar más de ellos?

-Es un fenómeno mundial. Me atrevería a decir que empezó en Europa, lo siguió Trump y ahora coge alas en América Latina con Bolsonaro. No diría solo la extrema derecha, son movimientos extremistas. Hay una extrema izquierda y otra derecha que surgen con una receta muy parecida.

¿Cuál?

-Buscar en qué están enojados los votantes, tratar de cultivar ese malestar, volver el enojo contra el establishment y lanzar un candidato con carisma que se disfrace de outsider, de alguien de fuera de la política; montar una campaña con redes y pelearse. Junto con esto poner en marcha una campaña anticorrupción, antiimigrantes; la campaña anti que obedezca a los miedos de sus votantes se monta con relativa sofisticación. Esos son los líderes que surgen.

¿Es más temible Trump que Bolsorano, o que el agresivo Putin, o que la izquierda en Corea del Norte y Venezuela o el integrismo saudí o iraní?

-Mientras más armas nucleares tenga el país es más peligroso el fenómeno populista. El populismo de por sí es peligroso porque abandona las instituciones y los caminos institucionales para resolver los conflictos. Lo que ocurre es que no se puede solo criticarlo y temerlo, sino que hay que buscar cuáles son las bases, en qué fallaron los partidos tradicionales y las instituciones... en no atender las necesidades de la gente, en ser corruptas, en ocuparse de si mismas y no de cumplir sus promesas.

¿Que hacer contra los populismos?

-Hay que mirar la forma de contrarrestarlo. Una fórmula que no sea volver al pasado. Si esto es una cuestión que floreció, tiene que crecer un movimiento diferente entre la ciudadanía que haga un contrapeso. Hoy en día no hay; el contrapeso es el pasado.

En Europa agoniza la socialdemocracia. ¿Por qué se nos muere la socialdemocracia? ¿La estamos matando entre todos por pusilánimes? ¿Gusta más el efectismo del modelo ‘trumpista’?

-La diferencia entre Europa y Estados Unidos es que el declive de la socialdemocracia, del centro, fue resultado de la crisis económica. En Estados Unidos, no. Y en Europa fue producto de que no supieron solucionar los problemas de la ciudadanía. Hubo lentitud, en algunos casos mucha corrupción. En Estados Unidos surgió primero el fenómeno Trump, quien busca en la población esos miedos y ese descontento y montó alrededor de eso su discurso.

Xenofobia, rechazo al emigrante, neonacionalismo de Estado? ¿Los ciudadanos de países desarrollados no vamos sobrados de miedos? Lo fomentan tipos como Trump.

-La política se mueve por la esperanza o por el miedo. Obama llegó con su discurso de esperanza, tocó la fibra y tiene un carisma especial. Obama levantó un país a partir de la esperanza. Eso lo han hecho otros políticos en la historia; pero la mayoría de ellos usan el recurso del miedo para poder recoger suficientes votantes para gobernar.

¿Defienden los americanos en su mayoría las barreras y aranceles que impulsa Trump? ¿Les beneficia mirarse tanto al ombligo ¿Y al resto de países?

-A los americanos no les importa el comercio exterior. La política de Trump es la política de contener a China. Todo lo que hace, incluyendo sus negociaciones recientes sobre el Tratado de Libre Comercio con Canadá y México, donde impuso un cláusula al tratado que indicaba que los países signatarios no podían hacer negocios con economías que no fueran de mercado. Ese requisito lo puso para contener al mercado chino.

¿Trump es un empresario que utiliza la política para sus propios fines o es un epítome de lo que otros muchos querrían ser?

-Trump es una marca propia. No se parece a nadie. Usa la política para ganar sus transacciones económicas, lo único que le interesa. Todas las relaciones que tiene dentro y fuera de Estados Unidos son transacionales, por eso no le gusta lo multilateral.

¿Con Trump es mayor el riesgo de una conflagración mundial que con Obama?, ¿al menos un enfrentamiento económico violento?

-Todo el mundo está más encendido. Es como los bosques cuando están muy secos, que un fósforo que caiga al suelo se convierte en un incendio. Ojalá en los próximos quince años no haya ningún tipo de conflicto que pueda volverse mucho más grande y grave.

¿Cree que Trump volverá a ser elegido? ¿Y eso será bueno, aunque sea democrático?

-Muchas veces creo que va a ser elegido, salvo que se abra la puerta a las investigaciones que se puedan iniciar sobre él: la trama rusa, sus finanzas, los motivos por los que cesó al jefe del FBI y otras. Hay rumores de un impeachment en 2019. Pero si no se le pone algún palo en la rueda hay muchas posibilidades de que vuelva a ser elegido.