"Yo aquí como, mientras allí sufren"
Tatsumi y Yutaka ponen voz a la diversidad de reacciones de la comunidad japonesa en Euskadi
EN Japón no nos solemos abrazar", explicaba un día a DEIA Aiko, una tokiota que lleva más de diez años trabajando con un tour operador en el Estado español. El carácter ordenado y cerrado para mostrar sentimientos de los oriundos del país del sol naciente ha condicionado también sus reacciones ante la tragedia: en medio del caos, no hay saqueos y se respetan las colas; en la diáspora, se recogen y viven su malestar en la intimidad. La mayoría de los japoneses consultados por este diario no han querido hablar de cómo se sienten ante esta terrible adversidad, aunque el resumen de su situación tiene un calificativo: angustia.
Así, por ejemplo, Yuri es un reconocido cocinero japonés que trabaja en Bilbao. Estos días Yuri se encuentra pendiente de las noticias de internet y de tratar de comunicarse con su familia en un país "que no está acostumbrado al caos y que ahora es un caos absoluto", explicaba a nuestro diario un amigo suyo bilbaino. A Yuri no le apetece hablar demasiado estos días, y menos con la prensa. No entiende por qué "en este país interesa tanto cómo vive una tragedia la gente", reportaba su amigo.
En esta línea, los japoneses que están realizando un doctorado en la Universidad del País Vasco en Gasteiz no han querido hacer declaraciones. Mientras tanto, Aiko se reconforta al comprobar que su familia se encuentra bien en su isla de origen, aunque añade que "rezo todos los días para que así sea". La religión es un pilar importante en las vidas de buen número de japoneses, en su mayoría sintoístas.
En el caso de Yutaka, responsable junto con su madre, Nagako, del restaurante Ikegutxi, de Gernika, sí responde amablemente pero preferiría que no se hagan fotos. "Mi madre está más tranquila, porque suele serlo habitualmente, pero yo me siento muy mal, porque cada día está todo peor. Mi familia y mis amigos están bien, porque se encuentran más al Sur que Tokio, pero falta comida. Nos cuesta comunicarnos, las comunicaciones están fallando", narra.
Este conocido restaurador ha pasado la semana visualizando cómo ayudar, que es su obsesión ahora. Así, una posibilidad es que su gente venga aquí, pero al parecer no quieren. "Tengo un poco de miedo pero mucha gente está sufriendo allí mientras yo como normalmente y hago una vida normal. Estoy intentando trabajar a tope, pero me siento muy mal", asegura. Por esa razón, afirma que está dispuesto a marchar para Japón para poder ayudar a sus seres queridos.
esperanza en la montaña Por su parte, Tatsumi Uemachu -padre del olímpico Kenji y del hijo menor, Kiyoshi-, está bastante calmado, pues sus hermanos viven en la zona de montaña de Nagano, donde tienen lugar las Olimpiadas de Invierno, que está bastante alejada de la zona conflictiva. Él y su mujer, Carmen, afirman a DEIA que están animados, pues sus familiares "están perfectamente bien. Se encuentran a 400 kilómetros de la zona siniestrada, aunque falta luz eléctrica. Hemos hablado varias veces con ellos y todo está bien. Sí faltan algunos suministros, alguna pequeña cosa, y el transporte por ferrocarril se ha visto reducido, por lo que hay cosas que las transportan por carretera, empleando autobuses", describen.
La familia Uemachu visualiza el problema "en la zona desplazada, donde hay varios puentes destruidos que interrumpen el suministro", pero minimizan la cuestión de la radioactividad: "no hay más que una fisura en el cemento y, como las carreteras están cortadas, se ven obligados a enfriarlo allí mismo", comenta Carmen que les dicen sus familiares de Nagano (capital de la prefectura homónima, situada en la intersección de los ríos Chikuma y Sai, en la isla de Honshu, con una población estimada de 361.221 habitantes).
Kenji Uematsu (Portugalete, 1976) fue Oro en menos de 60 kilos en los Campeonatos de Europa de Bucarest de 2004, quedó segundo en el Campeonato de Europa por Equipos en Londres en 2003, segundo en el Campeonato del Mundo Universitario de Málaga de 2000 y quinto en los Campeonatos de Europa por equipos Estambul 1999 y Roma 1997. Nagano, donde viven todavía sus tíos, fue sede en 1998 de los XVIII Juegos Olímpicos de invierno. Los Uemachu de Portugalete continúan con su famoso club de judo en la localidad jarrillera.
hacia vietnam Quienes no llevan tan bien la catástrofe en cadena japonesa son los miembros de una familia de Bilbao que iban a desplazarse en breve a Japón para ver a uno de los tres hijos, que se encuentra estudiando allí con una beca. Aunque no quieren que su identidad se refleje en la prensa, DEIA ha podido saber que han tenido que anular el viaje para cuatro personas que tenían concertado y que el hijo que está allí ha optado por lo que está haciendo mucha gente ante la incertidumbre: coger un avión desde Osaka hacia Vietnam. La Universidad ha cerrado entre 15 y 20 días, por lo que muchos alumnos están volando desde el Sur del país.
El 40 por ciento de la población nipona en el Estado español se concentra en Barcelona. Buena parte también trabaja en Madrid, donde la mixtura de razas es un hecho cotidiano. Según publicó ayer La Vanguardia, alumnos japoneses de Esade han lanzado una iniciativa para recaudar fondos para su país. Al principio, según ese diario, se preguntaban si era real lo que estaban viendo, pero tras el shock inicial decidieron actuar: "No vale lamentarse, ahora toca estar unidos y pensar en cómo podemos ayudar a Japón", señalaba una estudiante llamada Chika. Desde hace una semana que han abierto una cuenta bancaria para recaudar fondos y un perfil en Facebook (Esade aid for Japan) para consensuar ideas. También quieren vender camisetas y organizar conferencias.
Desde Gernika, Yutaca apuntaba el jueves, algo aturdido, que "primero voy a buscar yo qué puedo hacer y luego os diré si podéis ayudar".
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