El éxodo cruento persigue al Congo
La guerra y los intereses creados continúan desplazando a miles de personas que viven en la miseria
bilbao
E N la República Democrática del Congo hay dos palabras que tienen mucho peso a diario: coltán y guerra. Los ordenadores y teléfonos móviles de Occidente están suponiendo un precio muy caro: desde 1998 -cuando Ruanda, Uganda y Burundi invadieron la RDC con el pretexto de derrocar al Gobierno de Kabila-, el Este del país no ha dejado de constituir, según la ONU y diferentes ONG, una permanente crisis humanitaria, nutrida por desplazamientos, "masivos secuestros, pillajes y violaciones", con más de 30.000 niños soldados obligados a matar y a morir en la búsqueda del control de la columbita y la tantalita, dos minerales imprescindibles para fabricar nuevas tecnologías. La RDC cuenta con el 80% de las reservas mundiales de coltán.
El resultado, una guerra en la que ya han muerto cinco millones de personas, dos millones de desplazados, miles de niños y niñas soldados, una media de 350 mujeres de cualquier edad violadas cada mes como arma de guerra -según datos de Amnistía Internacional-, rebrotes de violencia constantes y un desmedido incremento de enfermedades evitables, como el cólera y el sida, así como la desnutrición, potenciadas por la falta de agua limpia y las lamentables condiciones de vida en las que se siguen encontrando los desplazados.
De esto último sabe mucho Médicos Sin Fronteras, organismo que lleva décadas perseverando en la atención a civiles congoleños y que el pasado viernes incidía en la huida de 25.000 personas más de sus aldeas a causa de los combates en Kivu Sur, acompañada de un incremento "progresivo" de casos de cólera. La pasada semana, "los habitantes de las más de 20 aldeas que han sido reducidas a cenizas y saqueadas tuvieron que huir en busca de refugio y se han instalado en Shabunda y en el monte que rodea a ambas ciudades", informó MSF. Los equipos de la organización ya trabajaban en el sur de Shabunda, proporcionando atención médica a otros 20.000 desplazados desde el pasado mes de junio, y con este nuevo desplazamiento la ONG ha abierto otros dos centros de salud, donde están realizando unas 200 consultas diarias, según Patrick Wieland, responsable de MSF en la RDC.
Wieland señaló que "la mayoría de las consultas son por infecciones respiratorias y de transmisión sexual y la aparición de lombrices, todo asociado a las deplorables condiciones de vida en las que se encuentran los desplazados". La inhabitabilidad y la falta de agua limpia, ha hecho que en Shabunda se declarase hace unos días el primer brote de cólera y dos pacientes han muerto ya.
sucia guerra de guerrillas Estos datos recientes son sólo un botón de muestra de las consecuencias de los rebrotes de violencia recurrentes en la RDC. En 2003, una fuerza multinacional auspiciada por la ONU mitigó en parte de la provincia de Ituri dichos brotes, pero las torturas, desplazamientos, violencia sexual (empleada como arma por todas las partes combatientes), homicidios a gran escala y persecución de los defensores de los Derechos Humanos siguen dibujando desde entonces un panorama desolador en este vasto país centroafricano.
Médicos Sin Fronteras subraya la extraordinaria dificultad logística a la que se enfrentan, ya que los lugares más desfavorecidos -como en estos días Shabunda- están muy aislados. MSF gestiona hospitales, clínicas móviles, campañas de vacunación y programas de cólera, así como tratamiento y ayuda psicológica a las víctimas de la violencia sexual (practicada incluso con grupos, niñas, ancianas y hombres). En 2009, tras largos años de guerra cruenta, la guerra de guerrillas vino a sustituir a la convencional y la población civil del Este siguió sufriendo el violento acoso de los grupos armados, con cientos de asesinatos, miles de violaciones y cientos de miles de nuevos desplazamientos.
Entre las violaciones de Derechos Humanos, MSF denunció cómo en plena vacunación de niños el Ejército congoleño atacó sus siete emplazamientos, es decir, que usó la ayuda humanitaria como cebo. Las ofensivas y contraofensivas de grupos ugandés, ruandés y congoleño no cesan. Ya en 1996, Uganda, Ruanda y Burundi atacaron el aún Zaire. Estos países apoyan a los rebeldes de la RDC, toda vez que la fragmentación es estratégica a la hora de explotar mejor los ricos recursos de los 2.345.409 kilómetros cuadrados congoleños. La avaricia ha marcado en gran medida las relaciones internacionales del país y su política interna, con un Kabila asesinado en 2001 y un país dividido y sin fronteras orientales, así como numerosas empresas facilitando recursos a las facciones beligerantes. Y la más perjudicada, siempre la población civil: la crueldad es tan grande que los combatientes acostumbran a rasgar el aparato genital y urinario de sus víctimas, de forma que se aseguran los traumas físicos -como incontinencia, infecciones y sida-, psicológicos y, en ocasiones, la repulsión de los maridos. En el caso de los menores, Amnistía Internacional viene haciendo campañas de protesta contra el reclutamiento de niños y niñas soldado. El Tribunal Penal Internacional ha juzgado a Thomas Lubanga, líder de una facción rebelde, por secuestrar, torturar, violar y obligar a cientos de pequeños a matar en combate (y, por tanto, correr el riesgo de morir). MSF habla del "estado crítico" de unos kivus que "viven en conflicto desde hace casi una generación, una lucha diaria por la supervivencia que pasa prácticamente desapercibida para todo el mundo".
Y en medio de todo esto, ayer se temía por la muerte de cientos de personas en dos accidentes con embarcaciones, una con 200 personas se hundió tras incendiarse en el río Kasai y otra en el río Ruki.
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