Petronor nació en 1968 como refinería de productos petrolíferos. Con el tiempo ha ido evolucionando y adaptándose a las circunstancias y necesidades de cada época. Hoy se define como “compañía multienergía”.
La descarbonización y la sostenibilidad marcan la agenda y determinan las nuevas áreas de negocio. ¿También las de su compañía?
—En diciembre del año 2019 adquirimos el compromiso de ser una compañía con emisiones netas cero en el 2050. Este compromiso significa descarbonizar progresivamente nuestra actividad y nuestros productos a través de la eficiencia energética, la generación de energía baja en emisiones, la captura y utilización de carbono, proyectos de economía circular, hidrógeno renovable, biocombustibles avanzados y combustibles sintéticos. Y para medir nuestro progreso nos hemos marcado objetivos intermedios en los años 2025, 2030 y 2040.
Hoy impera una corriente que reclama la abolición de los derivados del petróleo, con la que comulga una parte de la sociedad y de la clase política. El futuro, dicen, es eléctrico. ¿Comparte esa afirmación?
—La descarbonización de la economía pasa por la reducción de combustibles fósiles y su sustitución por otras fuentes de energía. Y, en efecto, la electrificación va a jugar un papel fundamental. Sin embargo, no todo se puede electrificar, y como ejemplos están el transporte pesado por carretera, los sectores marítimo y aéreo, y todos aquellos procesos industriales donde se requiere aportación de calor a alta temperatura. Ahí la electrificación no es la solución y es necesaria la aportación de otras, como los combustibles renovables, el hidrógeno y sus derivados, y los combustibles sintéticos.
Ustedes ofrecen servicio de recarga para vehículos eléctricos a través de Ibil, pero también sostienen que hay mercado para soluciones de compromiso como los biocombustibles renovables y los sintéticos o e-fuels. En la reciente Jornada Deia del Automóvil fue rotundo: “el problema no es el motor de explosión, sino lo que le metemos dentro”. ¿Significa eso que aún le queda recorrido?
—Si atendemos a las emisiones en todo el ciclo de vida, los biocombustibles renovables y los combustibles sintéticos son neutros en emisiones. Si solo miramos a las emisiones en el tubo de escape, en efecto, emiten CO2. Por eso mi afirmación de que el motor de combustión no es el problema y de que aún le queda recorrido. Para el caso concreto de utilización de hidrógeno en motores de combustión no se producen emisiones de CO2.
¿Quiere hacer un poco de pedagogía y explicar qué ventajas y qué inconvenientes comporta cada uno de esos dos carburantes alternativos? ¿Cuándo podrían estar al alcance del público, y a qué precios?
—Los combustibles renovables y los combustibles sintéticos son compatibles con el motor de combustión y con las infraestructuras logísticas existentes de distribución. No hay necesidad de inversión adicional y se pueden utilizar ya. A día de hoy, el combustible que repostamos en las estaciones de servicio tiene un 10,5 % de contenido de componentes bio. Ya está disponible en nuestras estaciones de servicio, en un despliegue progresivo, un combustible renovable 100%. En cuanto al combustible sintético estará disponible a finales del 2025 en la planta de demostración que estamos construyendo, y en escala industrial a partir del 2032.
El hidrógeno plantea una tercera posibilidad de futuro en la que ustedes ya trabajan. ¿Va para largo?
—Hemos iniciado la producción de hidrógeno renovable en octubre del año pasado con un electrolizador de una potencia de 2,5 MW, dentro de nuestra estrategia de despliegue de hidrógeno. Este hidrógeno tiene como usos las instalaciones de Petronor, el parque tecnológico de Abanto, y la hidrolinera y la plataforma logística de distribución de hidrógeno abierta que está en construcción en el propio parque.
Ha dicho que pretenden ofrecer un mix energético descarbonizado para favorecer la sostenibilidad, y que todas las soluciones van a ser necesarias para alcanzar ese objetivo. ¿La transición energética tropieza con demasiados dogmas y prejuicios?
—El reto de la transición energética es enorme, por eso afirmamos que todas las tecnologías van a ser necesarias, las que hoy conocemos y las que están por desarrollarse. No hay una solución única para cada aplicación o sector. El objetivo es ofrecer productos y servicios que la sociedad demanda, a un precio competitivo, con la menor huella de carbono posible y garantizando al mismo tiempo su suministro. Impulsamos la transición energética bajo el principio de neutralidad tecnológica que promueva las capacidades tecnológicas de innovación e industriales del país.