Ford saca la cara por el Fiesta
La generación actual adopta un semblante más expresivo y mejoras tecnológicas para recobrar el favor de un público hoy proclive a los SUV. Emplea motores a gasolina, de 75 a 200 CV, dos de ellos con hibridación ligera
L Fiesta es un buen coche. No hace falta el dictamen de un comité de sabios para constatar lo obvio. Solo un producto redondo consigue poner de acuerdo a más de doce millones de personas y perpetuarse en el mercado durante casi medio siglo. Para ello es preciso reinventarse periódicamente, como hace el popular Ford. La marca americana somete estos días a la consideración del público la renovación de fachada aplicada a la séptima entrega de su longevo proyecto. La actualización propone un Fiesta con facciones algo más alegres y distinguidas, provisto de modernos recursos tecnológicos y con un elenco motriz simplificado; lo componen propulsores a gasolina (de 75 a 200 CV), algunos con hibridación ligera. El Fiesta utiliza carrocerías de tres y de cinco puertas, esta última disponible también en declinación Active con aire crossover, y plantea cuatro puestas en escena de progresiva sofisticación. Inicia su tarifa oficial en 19.116 euros, cantidad que los descuentos pueden reducir a 15.260.
Este último ‘restyling’ depara significativos cambios de maquillaje que, sin embargo, no alteran demasiado la percepción general del coche. Solo prestando algo de atención se detectan esos retoques que confieren una dosis adicional de expresividad al conjunto. Afectan a la forma horizontal de los grupos ópticos (faros led de serie) y a la firma lumínica diurna. También a la parrilla, ligeramente más prominente, que acoge el logo oval de la marca desplazado del capó. El frontal adapta su diseño a los diversos acabados jugando con las tramas de su fondo (barras o panal) y con los cromados del contorno. Asimismo, en función de la terminación, varía la hechura de la boca de aireación situada bajo el paragolpes delantero.
Otro aspecto que presenta cambios importantes es el reparto motriz. Ford simplifica la oferta de su conocido modelo desprendiéndose definitivamente de las mecánicas diésel y apostando casi en exclusiva por bloques gasolina de tres cilindros. La excepción es el propulsor empleado por la versión básica, un modesto cuatro cilindros (75 CV) de limitadas prestaciones que, penalizado por el Impuesto de Matriculación, alcanza un precio que lo hace bastante menos interesante que otras versiones mejores. Es la única que admite la conversión a GLP.
En consecuencia, podría decirse que la gama motriz se circunscribe a las unidades pertenecientes a la serie EcoBoost, disponible en variantes 1.0 de 100, 125 y 155 CV, así como 1.5 con 200. Las dos intermedias, identificadas por las siglas mHEV (‘mild Hybrid Electric Vehicle’), disponen de un sistema de hibridación suave que contribuye a mitigar consumos y emisiones. Sustituyen el alternador convencional por un conjunto que integra motor de arranque y generador, capaz de recuperar la energía que de otro modo se perdería en las frenadas. La almacena en una batería de 48 voltios, empleándola luego para apoyar al motor térmico en momentos puntuales de aceleración intensa, además de alimentando los accesorios eléctricos del coche.
Es así como estas variantes EcoBoost del Fiesta con 125 y 155 CV auguran hasta un 10% menos de consumo en recorridos urbanos; homologan un promedio de gasto de 4,9 litros y dejan sus emanaciones de CO2 en 111 gramos por kilómetro. Comparando esas cifras con las que presenta la motorización EcoBoost de 100 CV -acredita 5,2 litros a los cien y 118 g/km de dióxido de carbono-, se antoja rentable invertir mil euros más y dar el salto al ’mild hybrid’ de 125 CV.
El techo de la gama lo pone la motorización de litro y medio asignada a la versión deportiva ST. Permite disfrutar de 200 efusivos caballos, potencia que en buenas manos garantiza intensas emociones en un coche de solo 1.280 kg.
Todas las versiones transmiten su energía a las ruedas delanteras. Recurren para ello a transmisión manual de seis marchas, con opción a automática de siete relaciones en algunos casos. El Fiesta propone tres modos de conducción (Normal, Sport y Eco), que consienten adaptar la respuesta del vehículo (acelerador, controles de estabilidad y tracción, así como celeridad del cambio en versiones automáticas), para ajustarse a las preferencias de uso o a las condiciones de cada escenario de conducción. La interpretación campera Active cuenta, asimismo, con los modos Trail y Slippery, concebidos para discurrir por pista o prevenir el deslizamiento incontrolado.
El menú del Fiesta 2022 sugiere media docena de acabados. El austero Trend queda reservado al motor básico de 75 CV, dando lugar a una combinación poco recomendable por su precio discordante. En consecuencia, cabe pensar que acapararán la atención las terminaciones ST-Line y ST-Line X, pertrechadas en consonancia a lo que la tarifa y la competencia exigen; un Fiesta ST-Line animado por el motor ‘mild hybrid’ de 125 CV reclama unos 22.000 euros, sin considerar posibles descuentos.
También la declinación formal Active con querencia crossover se disocia en dos puestas en escena, la normal y la X más sofisticada. En la cúspide de la oferta aparece la completa y cuidada puesta en escena ST, asignada a la interpretación deportiva con más caballería.
Dependiendo de la definición elegida, es decir, de la cantidad desembolsada, el Fiesta puede incorporar recursos avanzados. Ford ha añadido a las funcionalidades del modelo complementos como la alerta de dirección contraria, que se vale de la cámara frontal y de la información del navegador para detectar y prevenir errores humanos. Contempla, asimismo, posibilidades como control de crucero adaptativo con función de parada y arranque, y sistemas de reconocimiento de señales, asistencia al estacionamiento, frenado autónomo, vigilancia de ángulos muertos, etc.