Los durante muchas décadas referentes, históricos e icónicos puentes levadizos de Bilbao –el de Deusto y el de Begoña, tal y como figura en el proyecto– fueron diseñados, calculados y dirigidos por el ingeniero de Caminos, Canales y Puertos Ignacio de Rotaetxe, contando con la ayuda del también ingeniero industrial José Ortiz de Artiñano. El arquitecto municipal de la época, Ricardo Bastida, en una conferencia en 1923 titulada El proyecto urbanístico de Bilbao, ya advertía de la necesidad de construir nuevos puentes en la capital vizcaína debido a la anexión de Deusto y de Begoña.
Bastida traería la idea del puente levadizo que conoció en un viaje a Estados Unidos en 1926 a las ciudades de Chicago y Detroit, aunque ya existían antecedentes en el propio Bilbao de un pequeño paso levadizo en el puente del Arenal de 1848 para el paso de pequeñas embarcaciones hasta los muelles de la plaza vieja. Bastida dio el encargo al ingeniero Rotaetxe con el visto bueno municipal y colaboró en tareas ornamentales. Así consta en los abundantes documentos, planos y fotografías que se conservan en el Archivo Foral de Bizkaia, cedidos por la familia Rotaetxe.
Los puentes, casual y afortunadamente, perduran gracias a la incansable –y a veces incomprendida– labor de personas que velan por la custodia del patrimonio histórico e industrial vasco, evitando caer en modernidades que esconden intereses especulativos. Los puentes tuvieron nombre durante la dictadura franquista. La prueba de que fueron muy avanzados y vanguardistas es que el dictador se los apropió con su nombre y el de un destacado militar colaborador suyo: Francisco Franco, el de Deusto, y General Mola, el del Ayuntamiento. Siquiera por desagravio histórico, su autor merecería un reconocimiento en el callejero de Bilbao, cuando no en el nombre de alguno de los dos puentes que diseñó.
Ignacio de Rotaetxe Velasco nació en Gasteiz en 1888 en el seno de una familia acomodada. Entre sus antepasados figuran personas ilustres. Su abuelo materno, Ladislao Velasco, fue alcalde de Gasteiz en 1865, 1874 y 1877, además de cronista sobre la historia de la ciudad. Un hermano de este, Juan de Velasco, fue militar que, al mismo tiempo que se estaba construyendo el ferrocarril Bilbao-Tudela, en 1862 publicó una Memoria sobre un ramal de Ferrocarril de 18 km, Crispijana-Izarra con la intención de unir Vitoria con Bilbao en vía ancha.
Zeanuri, La Naja...
Su bisabuelo paterno, Ramón de Rotaetxe, originario de Zeanuri, había sido diputado general de Bizkaia en 1832-33 por el bando carlista y se exilió en Francia tras el Convenio de Bergara en 1839. A su regreso, a su mujer Nicolasa de Arbolancha le confiscaron el viejo edificio de La Naja, en Abando, que en 1526 fue lugar de reunión de la comisión encargada de reformar el Fuero Viejo de Bizkaia. Con posterioridad, tras su reclamación al general Espartero, se le devolvió la propiedad.
A pesar de los antecedentes familiares, la vida de Ignacio de Rotaetxe y su hermano José María, un año más joven que él, no fue fácil pues quedaron huérfanos de padre y madre cuando todavía eran niños. Al quedarse huérfanos vivieron en Vitoria con sus tíos Ramón Rotaetxe Menchacatorre y María Rodríguez de Llamas Cigaran. Los dos hermanos estudiaron en los Marianistas de Vitoria el Bachillerato que terminaron en 1902 con la calificación de Sobresaliente. Ignacio siguió estudios de francés en Pontacq y también aprovechaba los veranos para reforzar el euskera.
Cuando sus tíos se trasladaron a Madrid –ya que su tío era militar de carrera– Ignacio ingresó en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, y su hermano José María en la de Ciencias Naturales. En el año 1910 ambos fueron seleccionados y becados dentro de un grupo de tres alumnos para la ampliación de sus estudios en Estados Unidos.
Ambos hermanos fueron brillantes en los estudios y grandes deportistas. José María sobresalió más en el ámbito deportivo, siendo un gran amante de la naturaleza. El Gorbea era su entorno natural, cerca del palacio de Zubiete, en Zeanuri, que recibieron en herencia los dos hermanos. Practicaban esquí, alpinismo, caza, ciclismo, motociclismo y varias disciplinas más del atletismo.
En el año 1912, José María ganó el primer campeonato de esquí en Navacerrada. Los dos hermanos fueron de los pioneros en subir con esquís al Gorbea ante el asombro de los pastores. En el año 1920 inauguraron el refugio Rotaetxe en ese monte. En el blog de César Estornes se puede ver un amplio reportaje con abundantes fotografías familiares sobre la actividad deportiva de José María Rotaetxe.
Ignacio de Rotaetxe, por su parte, en 1916 se casó con Juana Chalbaud Amann, hija de Pedro de Chalbaud Amann Errazquin, ingeniero industrial y presidente de la Dinamita y de la Unión Española de Explosivos, cofundador y primer presidente de La Gaceta del Norte en 1901, además de senador por Comunión Nacionalista Vasca.
Como vemos, Ignacio se movió en un ambiente de familias acomodadas e influyentes de la burguesía de Bizkaia del primer cuarto de siglo XX.
Tuvo un gran recorrido profesional. Pronto entró en el escalafón del Cuerpo de Ingenieros de Caminos del Estado, llegando a ser ingeniero jefe en 1935. Formó parte de la Comisión de Estudios de los ferrocarriles en Marruecos, con proyectos en Tánger y Tetuán. En 1915, en la Junta de Obras del Puerto de Bilbao, llegó a ser ingeniero auxiliar. Gestionó como gerente durante cuatro años el ferrocarril de La Robla, aunque sus enfrentamientos con el presidente de la compañía –y rival político– Luis de Salazar, le llevó a dejar el cargo. Rotaetxe estuvo en contacto y se carteaba con los ingenieros de caminos más importantes del país.
Sus ideas afines al nacionalismo vasco le llevaron a presidir el Bizkai Buru Batzar (BBB) en 1917 y el Euzkadi Buru Batzar (EBB) de Comunión Nacionalista Vasca en 1929. Hombre de profundas creencias religiosas, fue diputado a Cortes en 1918. La legislatura fue corta y en 1919 volvió a presentarse por la circunscripción de Durango enfrentándose a su rival Luis de Salazar, de la Liga Monárquica, al que superó en votos aunque este acta fue anulada por la denuncia de su contrincante. El 23 de agosto de 1920 recibió una carta manuscrita en la que Arturo Campión le mostraba su solidaridad: “Querido compatriota... esos hombres son unos verdaderos bellacos. La persona de usted queda muy enaltecida y honrada, bienaventurados los que sufren persecución por la justicia...”.
Ignacio fue una persona clave en la Asamblea de Bergara de 1930 que copresidió para la reunificación del PNV. Ignacio de Rotaetxe firmó en nombre de Comunión Nacionalista Vasca y Ceferino Jemein en nombre del Partido Nacionalista Vasco la unión de ambas siglas, tal y como consta en el periódico Euzkadi. En el año 1931, junto a Ceferino Jemein y Policarpo Barrena, visitaron al presidente de la Generalitat, Francesc Maciá, buscando apoyos y solidaridad.
En 1930 recibió el encargo de diseñar el puente de Deusto, enlazando una parte fija por la que debía discurrir toda la actividad portuaria, incluido el paso del ferrocarril a Santurtzi, y otra parte abatible para el paso del tráfico fluvial ya que en ese año los muelles llegaban hasta el Arriaga.
El puente ‘de Begoña’
El puente del Ayuntamiento –llamado de Begoña en los planos de ejecución– del que recibió encargo en 1929, se comenzó a construir en 1933 a la vez que la pasarela giratoria existente seguía dando su servicio. Se inauguró en 1936 aunque duró poco ya que al comienzo de la guerra civil y por orden del Gobierno de Euzkadi se dinamitaron los puentes para cortar el avance de las tropas franquistas. En 1941 se reconstruyó siguiendo fielmente el proyecto de Rotaetxe.
Ambos puentes, formados por mecanismos y estructuras metálicas, fueron producidos en fábricas de Bizkaia; en la de Euskalduna y en la Babcok & Wilcox, fundamentalmente. Las grandes piezas y estructuras, así como las zapatas del puente, fueron trasladadas a su punto de colocación por remolcadores sobre la ría. En el Archivo Foral de Bizkaia existe un gran fondo fotográfico cedido por la familia Rotaetxe, sobre todo el proceso de construcción.
Ignacio de Rotaetxe realizó obras en Bizkaia como el proyecto del puerto de Zierbena, la traída de aguas al municipio familiar de Zeanuri, y tareas de distinta naturaleza en el puerto de Gijón, entre otras.
Otro de los aspectos de trabajo en los que brilló y mostró preocupación fue en las comunicaciones ferroviarias. El 3 de febrero de 1934 ofreció una conferencia titulada Las comunicaciones ferroviarias y el puerto de Bilbao, que sería impresa por las Escuelas Gráficas de la Casa de Misericordia con la incorporación de tablas y planos proporcionados por el propio Rotaetxe.
En esta conferencia, Rotaetxe ofreció datos sobre el puerto de Bilbao y reconoció la gran transformación que habían supuesto las obras realizadas por el gran ingeniero Evaristo de Txurruka, que le llevaron a convertirse en el puerto más importante de la península en 1901, sólo superado por el de Barcelona en 1934. Desde ese punto de vista ofreció una visión deficitaria de la comunicación ferroviaria con Bilbao. Asimismo, ofreció alternativas de comunicación con Hendaia a través de un enlace por vía ancha por Zumarraga, proyectó una memoria para enlazar con Burgos a través de Trespaderne y buscó alternativas para el enlace con Vitoria que ingenieros posteriores a él como Javier Rodríguez Marquina proyectaron.
Tras la guerra civil Ignacio de Rotaetxe sufrió represalias, se le retiró su título académico y se le confiscaron sus bienes lo que le llevó al exilio a San Juan de Luz. Después se trasladó a Venezuela hasta 1942 donde intervino en proyectos de regadíos en San Felipe de Yaracuy. Posteriormente, se trasladó a Portugal donde dirigió varias obras hidráulicas, entre ellas la presa de Lindoso, en el Parque Nacional de Peneda-Geres.
A pesar de que en 1941 se le restituyó su título y empleo, hasta 1943 no hubo revisión de su causa y se le permitió el regreso pero con la condición de destierro a más de 150 kilómetros de Euskadi y de Cataluña. Recabó el apoyo y solidaridad de varias personalidades que informaron favorablemente sobre él.
En su etapa final dio cursos de formación técnica instruyendo sobre estructuras de hormigón y topografía y escribió sobre Las obras públicas en Euzkadi en la posguerra. Carreteras ferrocarriles y aeropuertos.
Ignacio falleció en Zeanuri en 1951 con 63 años. Ignacio de Rotaetxe es uno de esos extraordinarios personajes de nuestra historia, una eminencia como profesional y comprometido con el país, que sufrió la represión y el olvido del gran legado que nos ha dejado. Una persona que debiera figurar entre los grandes de la historia de Bilbao.
Aunque los puentes han perdido su funcionalidad, todavía hoy se puede disfrutar del movimiento de las plataformas al paso de los vehículos cuando posamos un pie en cada una de ellas.
El autor: Jabier Aspuru
Ha sido profesor de Enseñanza Secundaria en el Instituto Zaraobe de Amurrio. En la actualidad se dedica a tareas de investigación y de divulgación, colaborando con diferentes publicaciones.