Después de trece carreras y con nueve aún por disputarse, el Campeonato del Mundo de Fórmula 1 alcanza el parón veraniego. Un piloto se eleva con autoridad sobre el resto de la parrilla: Max Verstappen. El neerlandés continúa ampliando su amenaza de reeditar el título que ostenta.
En el Gran Premio de Hungría, Verstappen maximizó sus opciones desde una décima posición poco esperanzadora y un desarrollo de carrera que apuntaba a que Charles Leclerc, su inmediato rival en la pugna por la jerarquía del Gran Circo, por fin detendría una sangría que ahora se prolonga a las tres últimas citas, en las que Mad Max ha alcanzado la victoria para sumar un total de ocho en la presente temporada. Ya goza de 80 puntos de ventaja desde la azotea del Mundial, desde donde el panorama se observa idílico.
Pero de nuevo el neerlandés rozó la perfección y otra vez Ferrari adoleció de sus carencias a nivel estratégico, porque la máquina denota potencia, es competitiva, como demostró Leclerc hasta casi el ecuador de la prueba, cuando pilotaba campante liderando sin competencia, pero las decisiones penalizan a la escudería, que no logra capitalizar las expectativas creadas los sábados. Una mala elección de juego de neumáticos para Leclerc apeó al monegasco de la cabeza de la carrera para concluir sexto; dos lentos pit-stops con Carlos Sainz condenaron al madrileño a la cuarta plaza, cuando las opciones de sumar un doblete eran más que reales.
Red Bull, sin embargo, demuestra que con Verstappen todo es posible, que de una décima posición en la parrilla de salida se puede fabricar un triunfo inesperado, como el del país magiar, soberbio. “Esta mañana no me lo hubiera creído. Esperaba acercarme al podio”, admitió el neerlandés. Mad Max necesitó 41 vueltas para auparse al frente de la carrera. El entonces líder virtual cometió un error impropio, un trompo de 360 grados, que le devolvió a la segunda posición, desde donde se rehízo para dos giros más tarde retornar al liderato y descontar vueltas hasta abrazar la gloria.
Poco antes, Leclerc era claro favorito al triunfo. El monegasco tuvo que armarse de paciencia para quitarse de en medio a un George Russell sólido en cabeza hasta que cambió de calzos. El británico se sostuvo al frente hasta la vuelta 31, cuando desfalleció para después resucitar. El comportamiento de los monoplazas con los diferentes juegos de gomas fue sorprendente. El poleman Russell se protegió en todo momento con más de dos segundos de ventaja con respecto a su perseguidor más cercano, Leclerc, quien previamente había realizado un overcut a su compañero Sainz para situarse segundo. No obstante, el ritmo de Leclerc le proponía como el principal candidato a la victoria. En el giro 31 materializó las impresiones: superó a Russell, que sufría con los neumáticos intermedios.
Pero en el siguiente stint, tras montar las gomas duras en la segunda visita al box, Leclerc se hundió. Su ritmo era tan decadente que realizó una tercera visita al garaje para descalzarse el compuesto duro. Ya no había margen para remediar el desatino estratégico.
Mercedes progresa
Mientras, Verstappen había avanzado librando coches con maestría, sin titubear. Ya rodaba holgado como punta de lanza. Detrás, Lewis Hamilton progresaba de forma brillante. El británico arrancó séptimo y en la vuelta 65 de las 70 acordadas cazaba una meritoria segunda plaza. Destacada actuación de Mercedes, que por segunda vez consecutiva elevaba a sus dos pilotos al podio. En el caso de Hamilton, firmó su quinto cajón seguido. Russell, recuperado con nuevas gomas, terminó tercero. Las flechas plateadas proyectan esperanza. “Todavía nos sacan un poco de ventaja, pero estamos reduciendo esa diferencia”, atestiguó Hamilton. “Sin duda, estamos progresando”, respaldó Russell.
Si Red Bull es la factoría que transforma sueños en realidades con la manufactura de Verstappen, Ferrari es la compañía que recicla ilusión para convertirla en desesperación. Se podrían contar por estas fechas del año media docena de situaciones en las que Leclerc enfilaba la gloria y acabó frustrado por una u otra razón. Lo de Sainz parece otro matrimonio con el infortunio. La Scuderia se antojaba como la principal competencia de Red Bull, pero actualmente debe estar cautelosa con la evolución de Mercedes.
Y en estas que Verstappen prosigue sus loables andanzas, escribiendo gestas que enriquecen sus páginas doradas. Está de dulce además, porque sus pecados tienen purgatorio. “Pese al trompo, hemos hecho una buena carrera”, valoró. Vivirá unas gratas vacaciones.
El optimismo de Fernando Alonso anticipando que el objetivo era luchar por el podio quedó alejado de la realidad. Salió desde la sexta pintura y terminó octavo. Su compañero en Alpine, Esteban Ocon, partió quinto y acabó noveno. Alpine no está para pisar cajones.