A hora de quedada era a las 10.00 en el batzoki de Mamariga. El objetivo, alcanzar la cima del monte Serantes para celebrar un acto político con la cabeza de lista a las elecciones por Bizkaia, Leixuri Arrizabalaga. Cuando faltaba tan solo un minuto, una multitud ocupaba ya ese espacio y empezaban a apremiar las prisas. “¡Vamos, que estos han venido andando desde el pueblo!”, aseguraba una participante. Quedar un soleado domingo para caminar por el monte tiene poco de extraordinario, y durante todo el trayecto la nutrida comitiva se cruzó con numerosos paseantes casuales. Las caras de sorpresa llegaron por la congregación de centenares de personas, que empezaron la ascensión tras pasar junto al mural en homenaje a Eskorbuto, y por la gran cantidad de ikurriñas que portaban.

Iñigo Iturrate y la candidata Leixuri Arrizabalaga. Foto: Borja Guerrero

Llamó la atención lo variopinto del grupo, desde los 4 hasta los 80 años, y los excursionistas provenían de toda Bizkaia, no solo de las comarcas de Ezkerraldea y Meatzaldea. Un militante jeltzale aseguró a este medio que “un acto de este tipo es una oportunidad para que participen y disfruten los niños, ya que en un mitin al uso se aburrirían”. En la cola se situó pronto un matrimonio llegado desde Trapagaran. Itziar, de 74 años, opinó que “es un acto muy original, muy vasco, ir al monte es muy vasco”. Rober, de 77, coincidió en que “es una costumbre muy arraigada en Euskadi”. Ella aseguró que “para nosotros es el Eretza, pero el Serantes tiene mucha importancia en la Margen Izquierda”, y los dos admitieron entre risas que celebraron Cornites “cuando éramos jóvenes”. Pero el trayecto no concluyó ayer y aseguraron que “el domingo que viene es lo definitivo, es cuando hay que demostrar de verdad”.

Rober e Itziar acudieron desde Trapagaran. Foto: B. Guerrero

Los congregados fueron separándose a medida que avanzaba el trayecto, las piernas empezaban a pesar y el calor a apretar. Las mascarillas fueron muy visibles desde el comienzo. Dos fueron los temas de conversación predominantes en los distintos grupos, empezando por la situación sanitaria por el covid-19 -“la mascarilla ya entra dentro del kit de montaña”, afirmó un mendizale-. El segundo argumento mayoritario fueron las expectativas electorales ante esta campaña atípica -la alcaldesa de un populoso municipio admitió que “estas van a ser unas elecciones diferentes”. La victoria de la Sotera, que ayer mismo se hizo con la Bandera Ciudade da Coruña, también se hizo un hueco, con los habituales piques. “¡Que tú eres de Zierbena!”, se escuchó.

De Mungia procedía un grupo de jóvenes, entre ellos Alazne, de 21 años, que aseguró “me parece una gran idea por hacer algo diferente para juntar a todos los militantes”. Ella y sus amigos tienen la vista fija en la jornada electoral del domingo, donde estarán en las diferentes mesas como apoderados del PNV. Respecto a la tan manida coalición de izquierdas por la que aboga Elkarrekin Podemos, esta joven valoró que “no creemos que sea una buena opción para Euskadi”.

Ainhoa, de Getxo, recordaba ayer que la última vez que subió al Serantes fue “hace 25 años en un Ibilaldi”. Su amigo Mitxel, de Santurtzi, señaló que visita la cumbre “de forma habitual”, costumbre que se cortó sin embargo en los tiempos más duros de la pandemia. Mientras su perra Latz se movía de acá para allá, señalaron que el acto “es diferente pero a la vez muy propio, muy nuestro”. “También es más emotivo, al celebrarse en familia, es otra forma de hacer campaña”, añadió él.

Pese a las prisas iniciales, el timing y si a las 11.00 se llegó al Fuerte del Serantes, un cuarto de hora después se alcanzó la cumbre. Allí se repartieron botellines de agua y empezó el momento de los selfies y el reposo antes del inicio del acto político con Leixuri Arrizabalaga y el presidente del EBB, Andoni Ortuzar. Este ascendió por una ruta diferente, su Sanfuentes natal, de la que presumió durante su discurso para diversión de los presentes. Una placa en la cima afirmaba que “solo desaparece lo que se olvida”. Y a buen seguro ninguno de los participantes en la ascensión la olvidarán fácilmente.

Al monte santurtziarra acudió una multitud de entre 4 y 80 años portando ikurriñas y con las mascarillas muy presentes