Regresa el verano y con él las fiestas en nuestras ciudades y pueblos. Aparejadas a ellas, lamentablemente, las agresiones sexuales a mujeres, cada vez más visibles por el aumento de denuncias no solo en los casos más extremos, como pueda ser una violación. El micro va cogiendo mayor espacio para dejar de naturalizar que determinados comportamientos también constituyen una invasión injustificable en la intimidad de las mujeres, como puedan ser desde comentarios fuera de todo lugar a tocamientos antaño integrados como parte de la fiesta. El futbolista de Osasuna Aimar Oroz, el cantante Kutxi Romero y el pelotari Unai Laso protagonizan este año la campaña del Gobierno de Nafarroa contra las agresiones sexistas. Ataviados con camiseta blanca y pañuelo rojo, los tres aparecen retratados en una misma fotografía y muestran su mano izquierda en la que se lee “erasotzaileak STOP agresiones”. La comunidad foral ha recurrido a tres hombres de reconocido prestigio entre la sociedad navarra para que los agresores entiendan que no tienen cabida en sus fiestas. Ni por sus actitudes ni tampoco mediante el respaldo y/o el silencio dentro de sus cuadrillas o entornos más cercanos. Desde el macro hasta el micro. Impulsar el mensaje de que son necesarios los ciudadanos concienciados con la determinación de poner fin a una lacra social que deben contribuir al deber cívico de rechazo contundente e incluso de denuncia. El Instituto vasco para la Mujer, Emakunde, incidía el año pasado en la misma línea dentro de su campaña para promover unas fiestas sin agresiones machistas. Las mujeres, reflexionaba Emakunde, se han encontrado muchas veces solas, con la obligación de defenderse de las agresiones sexuales individual o colectivamente pero siempre entre mujeres. Una tarea que no debe corresponder y recaer únicamente en ellas sino que este es un deber, según Emakunde, en el que debe estar implicada toda la población. En definitiva, se trata de ponerse las conocidas como gafas moradas para no permitir que se naturalicen comportamientos sexistas de ningún tipo y se actúe en favor siempre de la víctima aislando al agresor. Coto a la violencia que se ejerce contra las mujeres que también debe abordarse en algunas canciones que se escuchan en lugares de ocio y que contribuyen a la cosificación de la mujer. Ello no puede pasarse, como el resto de actitudes, por alto y debe ser acotado.